La Política Ambiental
Las devastadoras inundaciones que afectaron Bahía Blanca el pasado 7 de marzo dejaron un saldo de destrucción sin precedentes. En tan solo ocho horas, la ciudad recibió más de 400 milímetros de lluvia, el equivalente a todo un año de precipitaciones, desbordando sistemas de drenaje, colapsando puentes y sumiendo barrios enteros bajo el agua. Ahora, un estudio del grupo de investigación Climate Meter, integrado por expertos de universidades de Columbia, Uppsala, Leipzig, Leicester y del CONICET, señala una conclusión contundente:
"Las inundaciones fueron impulsadas por un fenómeno meteorológico excepcional, pero su magnitud se debe principalmente al cambio climático provocado por el hombre."
Eventos extremos cada vez más frecuentes y destructivos
El estudio, liderado por Erika Coppola, Nicolás Bodnariuk, Davide Faranca, Marisol Osman y Silvina Solmon, analizó en detalle los patrones climáticos que precedieron a las inundaciones. Entre los hallazgos clave, los expertos determinaron que:
🔹 Las precipitaciones en Bahía Blanca han aumentado hasta un 7% en comparación con registros históricos.
🔹 Las temperaturas superficiales del aire mostraron anomalías de hasta +5°C, intensificando la retención de humedad en la atmósfera.
🔹 El viento en la región ha disminuido hasta un 10% en los últimos años, lo que favorece la acumulación de tormentas estacionarias.
🔹 El cambio climático antropogénico es la principal causa del aumento en la frecuencia e intensidad de estos fenómenos extremos.
El informe de Climate Meter descarta que la variabilidad climática natural haya sido el factor determinante del evento, y confirma que la actividad humana, a través de la emisión de gases de efecto invernadero, ha alterado el régimen de lluvias en el sudeste de América del Sur.
Un patrón que se repite en Argentina y el mundo
Lo sucedido en Bahía Blanca no es un caso aislado. Según el Sexto Informe de Evaluación del IPCC, la magnitud y frecuencia de los eventos de precipitación extrema ha ido en aumento en América del Sur desde 1950.
📌 En Argentina, se ha registrado un incremento de hasta 3,5 mm por mes y década en las lluvias de verano, con una clara tendencia a eventos de precipitación extrema más frecuentes.
📌 En un escenario de calentamiento global superior a 2°C, se espera que estos eventos sean aún más intensos y destructivos.
📌 Ciudades costeras y con baja capacidad de drenaje, como Buenos Aires, Rosario y Mar del Plata, podrían enfrentar inundaciones recurrentes si no se implementan planes de adaptación climática.
Impacto en la salud y el riesgo de enfermedades
Los expertos también alertaron sobre las consecuencias sanitarias de la catástrofe. La acumulación prolongada de agua en áreas urbanas puede favorecer la proliferación de enfermedades como:
⚠️ Leptospirosis (transmitida por el contacto con agua contaminada).
⚠️ Dengue y otras enfermedades transmitidas por mosquitos, que encuentran en las aguas estancadas un caldo de cultivo ideal.
⚠️ Enfermedades respiratorias, debido a la humedad extrema y la contaminación del aire con moho y hongos.
Ante este panorama, las autoridades deben actuar con rapidez para evitar una crisis sanitaria en la región.
La urgencia de políticas climáticas efectivas
El informe es un nuevo llamado de atención sobre la necesidad de tomar medidas concretas para mitigar el cambio climático y adaptar las ciudades a eventos extremos cada vez más frecuentes.
🌎 Reducción de emisiones de carbono: Argentina debe reforzar su compromiso con la transición energética y reducir su dependencia de los combustibles fósiles.
🏗️ Infraestructura resiliente: Es urgente invertir en sistemas de drenaje y planificación urbana adaptada a un clima más extremo.
📢 Conciencia y acción climática: La ciudadanía debe presionar para que el cambio climático sea una prioridad en la agenda política.
Bahía Blanca es una muestra de lo que puede ocurrir con mayor frecuencia en el futuro. La ciencia ya nos advirtió. Ahora es momento de actuar.
El máximo tribunal de la provincia ordenó la suspensión de la actividad extractiva en el Salar del Hombre Muerto, y fue reconocido por un organismo clave en derechos humanos del continente.
