Ola de calor y récord histórico en el consumo eléctrico en Argentina

La ola de calor que afecta a gran parte del país trajo consigo un fenómeno cada vez más frecuente: la sobrecarga del sistema eléctrico. Este lunes, la Argentina batió un nuevo récord de demanda de electricidad, alcanzando los 30.240 megawatts (MW), superando el pico de 29.653 MW registrado en febrero de 2024. Esta cifra alarmante refleja el impacto de las altas temperaturas sobre el consumo energético y pone en evidencia las vulnerabilidades de un sistema que, a pesar de sus esfuerzos, sigue colapsando ante picos de demanda extremos.

La crisis de la electricidad en tiempos de calor

El dato proviene de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico S.A. (Cammesa), quien precisó que a las 14.45 horas del lunes se alcanzó la marca histórica. Sin embargo, el colapso de tensión en el Noreste Argentino (NEA) hizo que se perdieran 700 MW, evitando que se superara aún más el récord. En este contexto, el uso intensivo de aires acondicionados de baja eficiencia, según fuentes del Gobierno, es una de las principales causas de los apagones.

El panorama no es nuevo: desde las últimas semanas, varias provincias del norte de Argentina, como Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones, han sido las más afectadas por fallas eléctricas. En algunos casos, estos cortes llegaron a hacer perder más del 50% de la demanda de energía en la región.

No solo el interior del país está sufriendo los efectos de esta crisis energética. En el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), hace tan solo dos semanas, más de 50.000 usuarios quedaron sin suministro. Actualmente, 10.933 usuarios siguen sin servicio eléctrico, 9.182 de ellos bajo la responsabilidad de Edesur y 1.751 de Edenor.

La demanda de energía: un desafío creciente

El Sistema Argentino de Interconexión (SADI) sigue en tensión, y, aunque se espera un alivio con la llegada de lluvias y un descenso de las temperaturas previstas por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), el riesgo de cortes continúa. Durante los meses de febrero y marzo, los picos de consumo aumentan por la vuelta de la actividad en los centros urbanos, lo que incrementa la presión sobre un sistema eléctrico ya de por sí vulnerable. A esto se suma la dependencia de la energía proveniente de Brasil, que en los últimos días ha aportado entre 800 y 1.000 MW.

El impacto en la opinión pública y la política energética

Según una encuesta realizada en enero por Casa Tres, casi la mitad de los argentinos (44%) estaría dispuesta a aceptar la posibilidad de cortes de luz con tal de no sufrir aumentos en las tarifas eléctricas. Frente a esta situación, el 38% de los consultados responsabiliza a las empresas, mientras que un 34% señala al Gobierno actual y un 23% al kirchnerismo.

En este contexto, los gobernadores del interior no tardaron en alzar la voz. Piden al Gobierno Nacional la aceleración de obras que, en los próximos años, puedan aliviar el sistema eléctrico, especialmente en las zonas más afectadas por los cortes. Sin embargo, las soluciones a largo plazo parecen chocar con la urgencia de una crisis que parece empeorar a medida que avanza el verano.

¿Qué nos depara el futuro energético?

A medida que el cambio climático acelera fenómenos climáticos extremos, como las olas de calor, la presión sobre el sistema eléctrico argentino es cada vez mayor. Si bien la transición energética hacia fuentes renovables es una necesidad imperiosa, las soluciones no llegan a tiempo. Las obras de infraestructura son esenciales, pero el tiempo es limitado y los riesgos para la población son cada vez mayores.

En este contexto, es fundamental que tanto el Gobierno como las empresas energéticas trabajen en conjunto para mejorar la eficiencia y fiabilidad del sistema. La transición hacia fuentes renovables, como la solar y la eólica, es un camino que ya se está transitando, pero es clave que se aceleren los plazos y se invierta en la mejora de las redes de distribución para que los cortes de luz no se conviertan en una constante del día a día.

Con la llegada de temperaturas más suaves, por ahora, el sistema eléctrico respirará un poco. Sin embargo, el riesgo de nuevos colapsos no desaparece. Y en un país donde el calor se convierte cada vez más en una amenaza constante, la necesidad de un cambio estructural en la gestión de la energía nunca fue tan urgente.