Polémica: Un millonario catarí construirá tres hidroeléctricas para su mansión privada en tierras argentinas

Son 10.000 hectáreas en Río Negro, bosques nativos, acceso exclusivo al agua.

ACTUALIDAD29/05/2025La Política AmbientalLa Política Ambiental
Abdulhad

Una vez más, los recursos naturales argentinos terminan al servicio de los más ricos del planeta. Esta vez se trata de Abdulhadi Mana A S Al-Hajri, un empresario catarí y cuñado del emir de Qatar, que adquirió 10.000 hectáreas en la provincia de Río Negro para construir una residencia de lujo abastecida por tres hidroeléctricas. El proyecto, gestionado por la firma Baguales Acquisitions S.A., se ubica en un entorno privilegiado: la meseta Baguales, cerca del río Villegas, a tan solo 50 kilómetros de San Carlos de Bariloche.

Se trata de un enclave de alto valor ambiental, con bosques nativos y cerros que forman parte de la identidad y biodiversidad patagónica. Sin embargo, lo que debería estar protegido por su riqueza natural, hoy parece más bien una extensión del patio trasero de la realeza petrolera del Golfo.

 
Una Patagonia cada vez más extranjera
El terreno fue comprado en 2017, pero el proyecto cobró visibilidad recientemente al conocerse que se instalarán tres mini centrales hidroeléctricas para abastecer exclusivamente la residencia privada del magnate. El dato fue confirmado por el Departamento Provincial de Aguas (DPA), que autorizó a la empresa Río Villegas S.A. —controlada por Baguales— a explotar durante 30 años el arroyo Baguales, habilitando una producción energética de hasta 920 kilovatios.

No se trata de una inversión pública en infraestructura, ni de un desarrollo energético para la comunidad. Hablamos de tres centrales hidroeléctricas enteramente dedicadas a satisfacer el consumo de un único propietario millonario. Todo esto en una zona sensible desde el punto de vista ambiental y social.

El acceso al agua, un derecho humano reconocido por la ONU, se vuelve aquí un recurso exclusivo de lujo. Y el Estado argentino, lejos de cuestionar la operación, parece más interesado en abrir la puerta a más “inversiones” de este tipo que en defender la soberanía sobre su propio territorio.

 
Silencio oficial y complicidad política
Pese a la magnitud del proyecto, no hay información clara ni accesible sobre los estudios de impacto ambiental, ni sobre cómo se garantizará la protección de los ecosistemas locales. Tampoco se ha informado sobre la consulta a comunidades indígenas o pobladores del área, que podrían verse afectados por la construcción de estas obras.

Mientras tanto, el gobierno de Javier Milei, que hace alarde de su supuesto amor por la libertad y el mercado, no ve con malos ojos que se entregue territorio nacional a manos extranjeras. Total, en su visión, el país es una empresa y los recursos naturales son “pasivos” esperando ser “optimizados”.

Este caso expone con crudeza lo que se está profundizando bajo la actual gestión: un modelo extractivista entreguista, sin regulación ni planificación, donde la Patagonia y sus recursos hídricos, energéticos y paisajísticos son puestos en venta al mejor postor internacional.

 
¿Inversión o apropiación?
Desde 2019, capitales cataríes como Qatar Petroleum vienen ampliando su presencia en Argentina, sobre todo en el sector energético offshore junto a Shell. Pero esta nueva adquisición en Río Negro va más allá: no es solo una inversión, sino una apropiación territorial y energética. No se está explotando un recurso con fines de exportación o desarrollo nacional, sino construyendo un feudo privado dentro de nuestro propio territorio, al margen del bien común.

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