
Scioli propone trasladar carpinchos a una isla: ¿solución ecológica o maquillaje político?
12/07/2025

Mientras crecen los conflictos en Nordelta por la presencia de carpinchos, el Gobierno nacional planea relocalizarlos en islas del Delta. Ambientalistas advierten que la raíz del problema es la urbanización en humedales.
El secretario de Turismo, Ambiente y Deportes, Daniel Scioli, anunció que evalúa implementar un programa de traslocación de carpinchos desde Nordelta hacia islas del Delta bonaerense. La medida, según explicó, se propone como respuesta a la creciente superpoblación de esta especie en barrios privados del norte del conurbano, donde su presencia genera tanto fascinación como conflictos. Pero ¿se trata realmente de una “solución ecológica” o apenas de una forma de esconder las consecuencias del avance inmobiliario sobre los humedales?
“Queremos llevarlos a un hábitat donde puedan alimentarse naturalmente. Que vivan en un lugar mejor”, sostuvo Scioli, quien aseguró que el procedimiento se hará “en acuerdo con las familias” y con la posibilidad de que los vecinos puedan “seguir en contacto” con los animales.
La intención del Gobierno es convertir alguna de las islas de San Fernando o Tigre en un “santuario” para esta especie. Sin embargo, el anuncio ha despertado reparos en el ámbito científico y ambiental. “El carpincho no está invadiendo Nordelta: Nordelta invadió su casa”, afirman desde distintas organizaciones. De hecho, el conflicto con estos roedores no es nuevo ni excepcional: es el resultado previsible de construir urbanizaciones cerradas sobre zonas de humedales, ecosistemas esenciales para la biodiversidad y el ciclo hídrico.
Según estimaciones no oficiales, en la zona norte del AMBA viven más de 3.000 carpinchos. Su presencia en barrios cerrados como Nordelta generó desde choques vehiculares hasta mordeduras, pero también escenas virales, como el video de una joven dándole masitas y mate a un ejemplar al que bautizó “Flor”.
Mientras algunos vecinos los tratan como mascotas, otros recurren a cercos electrificados —una práctica ilegal— para ahuyentarlos. En este escenario, Scioli propone una salida que evita discutir lo más incómodo: la legalidad y el impacto ambiental de los proyectos urbanísticos que destruyen el hábitat de estos animales.
Desde Fundación Vida Silvestre, su director Manuel Jaramillo aclaró que no hay evidencia de una superpoblación real. “No vemos mayor densidad de carpinchos. Lo que ocurre es que en invierno escasea el alimento silvestre y buscan recursos en zonas más urbanizadas”, explicó.
El plan de relocalización se suma a otras medidas simbólicas del exgobernador, como el reciente traslado de la elefanta Kenya desde Mendoza a un santuario en Brasil. Si bien ambas acciones buscan mostrar un compromiso ambiental, para muchos especialistas no alcanzan. “Relocalizar carpinchos no soluciona el problema estructural: la destrucción sistemática de los humedales para construir barrios para pocos”, señaló una fuente del sector científico que pidió no ser identificada.
A medida que el Gobierno busca consensos vecinales para relocalizar fauna, la discusión pendiente sigue siendo el modelo de ocupación del territorio. Sin protección real de los ecosistemas, los conflictos entre humanos y animales seguirán repitiéndose, con soluciones parciales y cosméticas que no abordan el fondo del problema: la urbanización sobre naturaleza viva.


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