Un viaje a las profundidades del Atlántico sur: el CONICET explora oasis submarinos frente a Mar del Plata

31/07/2025La Política AmbientalLa Política Ambiental

Con tecnología de punta y el respaldo de una red científica internacional, un equipo argentino realiza una histórica expedición para estudiar los ecosistemas profundos del Cañón Mar del Plata, una de las regiones más inexploradas del Atlántico sur. Se trata de la campaña “Underwater Oases of Mar Del Plata Canyon: Talud Continental IV”, encabezada por investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), en colaboración con el Schmidt Ocean Institute.

A bordo del buque oceanográfico Falkor (too), provisto con equipamiento de última generación, el equipo lleva adelante una travesía sin precedentes en aguas argentinas. Por primera vez se utiliza en la región el vehículo operado remotamente (ROV) SuBastian, capaz de alcanzar profundidades de hasta 3.900 metros, capturar imágenes en ultra alta definición y recolectar muestras sin alterar el entorno. Todo el trabajo de campo se transmite en vivo por el canal de YouTube del instituto estadounidense, acercando la ciencia a la ciudadanía como nunca antes.

Un laboratorio flotante frente a la costa bonaerense
El Cañón Mar del Plata se encuentra frente a la provincia de Buenos Aires, en el límite entre las corrientes de Brasil y Malvinas, una frontera biogeográfica clave. Allí convergen aguas cálidas y frías que generan un entorno de alta productividad y biodiversidad.

La misión científica analiza múltiples estaciones de muestreo para estudiar la biodiversidad bentónica —invertebrados, peces, corales de aguas frías—, el ADN ambiental, los flujos de carbono azul, los impactos humanos (como microplásticos y basura marina), y la dinámica de sedimentos. El objetivo es detectar hábitats vulnerables y generar conocimiento clave para su conservación.

El equipo está conformado por más de 30 investigadores de instituciones argentinas, entre ellas el Museo Argentino de Ciencias Naturales, el IBIOMAR, el IIMyC, el IBBEA, el CADIC y el IDEA, junto con universidades nacionales como la UBA, UNC, UNLP y UNMDP.

Ciencia extrema, tecnología de vanguardia
“Es como explorar otro planeta, pero bajo el mar”, señala Daniel Lauretta, jefe científico de la expedición. “Ya estamos viendo animales que nunca habían sido registrados en la zona, paisajes submarinos que sorprenden incluso a los investigadores más experimentados. Lo emocionante es que, con el ROV SuBastian, todo eso lo vemos en tiempo real y con un mínimo impacto ambiental”.

Entre los desafíos, Lauretta menciona las condiciones extremas del fondo oceánico: presión altísima, temperaturas cercanas al punto de congelación y total oscuridad. “Pero el desafío más grande es entender lo que estamos viendo”, agrega. “Cada inmersión trae sorpresas: nuevas especies, comportamientos inesperados o interacciones desconocidas”.

Puertas abiertas al conocimiento
Una de las grandes apuestas del proyecto es la comunicación pública de la ciencia. “El hecho de transmitir la campaña en vivo y explicar en lenguaje claro lo que hacemos transforma a la ciencia en una experiencia compartida. La gente puede ver desde su casa lo que ocurre a casi 4.000 metros de profundidad. Es abrir las puertas del barco, del laboratorio y del fondo del mar, todo al mismo tiempo”, destaca Lauretta.

Además, los investigadores planean generar modelos 3D de especies emblemáticas, desarrollar materiales educativos y publicar los datos obtenidos en repositorios de acceso abierto como CONICET Digital, OBIS y GenBank.

Un legado de conocimiento para el futuro
Esta campaña es la cuarta de una serie de exploraciones científicas en el talud continental argentino. Las misiones anteriores, realizadas a bordo del buque Puerto Deseado, permitieron describir decenas de nuevas especies y revelar una inesperada diversidad en corales, moluscos, crustáceos y peces de profundidad.

La actual expedición busca consolidar ese camino, incorporando nuevas tecnologías y promoviendo una ciencia abierta, colaborativa y con impacto ambiental positivo.

“Estamos conociendo un mundo que hasta hace poco era completamente invisible. Y cuanto más lo conocemos, más razones tenemos para protegerlo”, concluye Lauretta.

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