El Amazonas podría cambiar para siempre: sequías extremas y un clima desconocido hacia 2100

INTERNACIONAL15/12/2025La Política AmbientalLa Política Ambiental
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La Amazonia, el bosque tropical más grande del planeta y una de las piezas clave del equilibrio climático global, enfrenta un escenario inquietante: podría transformarse en un ecosistema sometido a sequías extremas y temperaturas inéditas antes de que termine el siglo. No se trata solo de más calor, sino de un tipo de clima que la Tierra no experimenta desde hace millones de años.

Este cambio, impulsado por el calentamiento global, pondría en jaque la capacidad de la selva para sostener su biodiversidad y cumplir su rol como reguladora del clima regional y mundial.

Qué significa un clima hipertrópico

El concepto puede sonar técnico, pero sus efectos son concretos. Un clima hipertrópico implica temperaturas más altas que las habituales incluso para zonas tropicales, combinadas con largos períodos de sequía, incluso en épocas del año que históricamente eran lluviosas.

En ese escenario, la Amazonia podría pasar varios meses al año bajo condiciones extremas, con calor persistente y suelos cada vez más secos. Un combo peligroso para un ecosistema que depende del equilibrio entre humedad, vegetación y lluvias constantes.

Árboles al límite del estrés

Los árboles amazónicos están adaptados al calor, pero no a la falta prolongada de agua. Frente a sequías intensas, cierran los poros de sus hojas para evitar perder humedad. El problema es que, al hacerlo, también dejan de absorber dióxido de carbono, lo que frena su crecimiento y debilita su capacidad de regenerarse.

Cuando la sequía se profundiza, el estrés interno de las plantas puede provocar fallas en el transporte de agua dentro del árbol, un daño que muchas veces resulta irreversible. Este proceso, repetido a gran escala, podría traducirse en una mayor mortalidad del bosque.

Un cambio lento, pero profundo

La Amazonia no colapsaría de un día para el otro. El proceso sería gradual, casi imperceptible año a año, pero devastador en el largo plazo. Un leve aumento en la tasa de muerte de árboles, sostenido durante décadas, podría significar la pérdida de millones de ejemplares y una transformación estructural del ecosistema.

Los bosques más jóvenes o regenerados serían los más vulnerables, ya que suelen estar formados por especies menos resistentes a la sequía prolongada.

Mucho más que un problema local

Lo que ocurra en la Amazonia no queda encerrado en la selva. Este ecosistema cumple un rol clave en la regulación del clima sudamericano, influyendo en los patrones de lluvia que llegan a países como Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.

Además, el bosque amazónico funciona como un enorme reservorio de carbono. Si se debilita, puede pasar de absorber dióxido de carbono a liberarlo, acelerando aún más el calentamiento global y retroalimentando la crisis climática.

Un futuro que todavía puede cambiar

El escenario más extremo no es inevitable, pero sí depende de las decisiones que se tomen hoy. Reducir de manera drástica las emisiones de gases de efecto invernadero, frenar la deforestación y proteger los ecosistemas clave son pasos indispensables para evitar que la Amazonia cruce un punto de no retorno.

La selva amazónica no es solo un paisaje lejano: es una infraestructura natural que sostiene la vida, el clima y el agua de gran parte del continente. Su transformación sería una señal clara de hasta dónde llegó el impacto humano sobre el planeta.

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