Buenos Aires bajo el agua: más de 5 millones de hectáreas afectadas y el futuro en juego

05/11/2025La Política AmbientalLa Política Ambiental
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Los campos del norte bonaerense muestran signos de agotamiento tras meses sin lluvias. Infocampo

El drama del agua

Un nuevo temporal golpeó al corazón productivo bonaerense. Las lluvias intensas del último martes afectaron gravemente localidades del centro y este de la provincia, dejando huellas visibles —y otras que podrían manifestarse en los próximos meses— en campos, caminos y productores.

Según estimaciones rurales, más de 5 millones de hectáreas están hoy comprometidas por el agua. No solo están inundadas: en muchas zonas directamente “no hay piso”. Los caminos quedaron intransitables, la maquinaria no puede entrar y los productores temen por el impacto en la próxima cosecha.

Hace apenas unos meses se hablaba de más de 3 millones de hectáreas con exceso hídrico que ya obstruían la producción, pero ahora la frontera del desastre se expandió hacia el este y el sur de la provincia.

La tormenta más reciente no solo provocó inundaciones en los campos: en Urdampilleta, partido de Bolívar, arrasó calles, volteó cables y postes y dejó buena parte de la ciudad sin suministro eléctrico por horas.

El golpe al agro y los productores

Este exceso hídrico tiene un impacto directo y brutal sobre lo que viene: la producción agrícola y ganadera.

  • Cosechas perdidas y siembras demoradas: la llamada “cosecha fina” (trigo, cebada, centeno) está en riesgo porque muchas áreas no quedaron en condiciones de sembrar.
  • Cosecha gruesa en duda: maíz y soja, actividades esenciales para la economía nacional, enfrentan retrasos o imposibilidad para ingresar al lote si los campos siguen anegados o sin accesos.
  • Logística colapsada: los caminos rurales destruidos y el barro profundo encarecen todo: transporte, combustible y mantenimiento de vehículos.
  • Obras pendientes: productores y entidades rurales señalan que parte del desastre podría haberse mitigado si las obras hidráulicas y de drenaje en la cuenca del Río Salado hubieran avanzado como estaba previsto.

Política, obras e incertidumbre

Frente a este escenario surgen varias preguntas clave:

  • ¿Qué papel juega la infraestructura hídrica pendiente? El Río Salado atraviesa buena parte de las zonas afectadas, y su sistema de drenajes y canales no estuvo preparado para eventos extremos.
  • ¿Qué respuestas hay? Desde el Gobierno provincial aseguran que distintas áreas están asistiendo a las localidades afectadas, mientras que Nación declaró la emergencia agropecuaria en varios partidos bonaerenses.
  • ¿Qué se necesita ahora? Terminar —o al menos acelerar— las obras sobre la cuenca del Salado. Son obras de largo plazo, pero la falta de mantenimiento y planificación agrava las consecuencias año tras año.

En paralelo, los pronósticos climáticos advierten que podrían venir meses con lluvias inferiores a lo habitual, combinadas con un aumento de las temperaturas. Eso introduce un nuevo desafío: la posibilidad de sequía en otras épocas del año, lo que exige repensar el manejo del suelo y la gestión del agua en la provincia.

Qué puede pasar en 2026

Para los productores, el año que viene puede estar marcado por pérdidas acumulativas.

Las pérdidas no solo son de volumen de cosecha, sino de ingresos, cumplimiento de compromisos financieros e inversiones previstas que ahora se atrasan o se anulan. Hay un efecto multiplicador: menos producción implica menos renta, menos recursos para invertir en tecnología o infraestructura, y menor capacidad de respuesta ante nuevos eventos climáticos.

La ganadería también sufre, aunque de otra manera. Si bien se puede mover el ganado ante las inundaciones, los pastos quedan comprometidos, los accesos al agua potable se dificultan y los costos aumentan.

Si no hay acción estructural —obras hidráulicas, mantenimiento vial rural y políticas de emergencia sostenidas—, este ciclo de desastre hídrico podría volverse el nuevo “normal” para muchas zonas rurales bonaerenses.

Voces que claman soluciones

“Necesitamos que tomen conciencia y nos vengan a ayudar… que al menos nos visiten para que vean la gravedad del problema”, reclamó una productora rural de Carlos Casares, reflejando la desesperación de quienes viven del campo.

Vecinos y trabajadores rurales cuentan que los canales no drenan, el agua se estanca y los caminos se transforman en ríos. Familias enteras esperan asistencia mientras intentan salvar a sus animales y mantener a salvo lo poco que queda seco.

En Bolívar, Bragado y Las Flores, las lluvias superaron los 100 milímetros en pocas horas. En algunos pueblos, las rutas están cortadas y las comunicaciones se interrumpieron por la caída de postes y antenas. Muchos recuerdan inundaciones similares a las de 1993 y temen que la historia se repita.

En clave joven: por qué debería importarte

Aunque no vivas en el campo, este tipo de desastres hídricos te afecta más de lo que parece:

  • Impacta en el precio de los alimentos, ya que las pérdidas agrícolas y ganaderas repercuten en toda la cadena.
  • Marca el futuro ambiental del país, mostrando los costos de la falta de planificación territorial y de obras hídricas.
  • Expone cómo el cambio climático intensifica fenómenos extremos: lluvias torrenciales, tormentas más violentas y períodos secos más prolongados.
  • Obliga a pensar en políticas sostenibles, infraestructura verde y gestión integral del agua como temas urgentes, no del futuro.
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