Por primera vez, en La Pampa, se puso bajo estudio el destino de uno de los herbicidas más usados en el mundo y en el campo argentino. Eligieron un área virgen de este producto y sacaron muestras que llevaron al laboratorio. Allí, las pusieron en contacto con el compuesto. Todos los detalles de los resultados que indican un riesgo potencial de que este compuesto alcance las napas de agua.
En un campo de la provincia de La Pampa, un grupo de personas trabaja sin descuidar detalle. No son agricultores, ni planean comprar los terrenos. Sólo buscan tomar muestras. Necesitan extraer con delicadeza perfiles de suelo para llevarlos al laboratorio. Se trata de un área particular, hasta ese momento libre de herbicidas. Esta pureza es requerida por el estudio, recientemente publicado en Chemosphere, con el fin de saber qué ocurre en el mundo subterráneo, recreado artificialmente, cuando se arroja uno de los agroquímicos más usados en el planeta y en la Argentina: el glifosato.
Este compuesto químico empleado para el control de malezas en áreas agrícolas ocupa el primer puesto en el podio de los más utilizados “en términos de volumen a nivel mundial” al arrojarse “más de 1 millón de toneladas anuales” en los cultivos de todo el planeta. Nuestro país no se queda atrás. “Alrededor de 200 millones de litros de este herbicida se utilizan cada año en Argentina”, indica el trabajo, y agrega: “Las repetidas aplicaciones anuales de glifosato en los campos pueden provocar una acumulación de residuos en el suelo, convirtiéndose en una posible fuente de contaminación”.
Desde hace años, científicas y científicos buscan conocer qué pasa el día después de su colocación, según las distintas características de cada suelo. “Quisimos evaluar esta área en particular de la región semiárida donde no había demasiada información sobre qué ocurre una vez que se aplica glifosato y llega al suelo. En este caso, tiene particularidades porque es arenoso”, describe Martín Graziano, doctor en biología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, especializado en química ambiental y primer autor del trabajo.
En estos sitios, este agroquímico ¿queda adsorbido como parte del suelo, es decir retenido? O también tiene lugar el proceso inverso, de desorción, es decir, que se desprende y sigue distintos caminos. “Al liberarse al medio, el glifosato queda disponible y puede tener diferentes destinos como -ejemplifica- ser degradado por microorganismos, escurrir y filtrar a aguas subterráneas”.
Por su parte, Jorgelina Montoya, investigadora de la Estación Experimental Agropecuaria Anguil “Ing. Agr. Guillermo Covas”, del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en La Pampa, subraya: “Es importante conocer estos procesos de adsorción y desorción porque podemos explicar el comportamiento en el ambiente y los riesgos que implica su uso”.
En el laboratorio
Con la mirada puesta en las muestras extraídas de ese campo virgen pampeano, analizaron qué ocurría con estos procesos cuando se ponía en contacto con el glifosato. “Esto se trabaja en laboratorio en condiciones particulares de una alta relación suelo-solución. No es tan común esa situación a campo. Pero es el método estandarizado a nivel internacional para describir la adsorción y desorción. Todos trabajamos igual y podemos compartir nuestros datos de esta manera haciendo las salvedades respecto a las dosis utilizadas”, señala Montoya. En otras palabras, se trata de una medición realizada en un ambiente controlado, y que pueda ser comparable con las registradas en los distintos institutos del mundo.
Los ensayos buscaron no sólo saber la capacidad de retención y de desorción, sino también evaluar la intensidad entre ambos procesos. “¿Queda retenido o, por el contrario, vuelve a liberarse al medio? Encontramos que, por las características del suelo, si bien tiene una alta adsorción también puede desorber. Entonces, lo que estaba retenido en el suelo puede quedar disponible para su degradación, pero también puede transportarse hacia lagunas o cuerpos de agua superficiales”, destaca Graziano, sobre su trabajo de tesis postdoctoral, dirigida por María dos Santos Afonso, del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE, UBA -CONICET).
Y la consulta resulta inevitable acerca de si este hallazgo llamó su atención. “Sí, -contesta Graziano- no esperábamos que fuese tan evidente la reversibilidad de ese proceso. Encontramos que, en todo el perfil de suelo analizado, de hasta un metro de profundidad, la reversibilidad era fuerte. Entonces, estaría sugiriendo que la movilidad que podría tener el glifosato en este tipo de suelo es alta, y está disponible para escurrir o filtrar”.
La mayor preocupación es que estos compuestos lleguen a contaminar las napas de agua que luego es consumida por la población. En este sentido, Montoya remarcó: “Este estudio de adsorción-desorción, con las concentraciones utilizadas en este experimento, muestra una parte de los procesos que se dan en el ambiente. Futuros trabajos de degradación complementarían el estudio en cuestión”.
Mientras las investigaciones continúan en busca de conocer cómo es la relación de este químico según las características del suelo donde es utilizado, un dato es remarcado por Graziano: “Cuando se liberó el uso de glifosato a campo en décadas anteriores, se decía que era seguro, con poca movilidad en el ambiente porque tenía capacidad alta de adsorción en el suelo. Este estudio muestra evidencia de que eso no es así, pues tiene una potencialidad de alta movilidad dado que el proceso de adsorción es reversible. De alguna manera, suma evidencia a lo que ya existe respecto del impacto negativo que tiene sobre el ambiente y los cuerpos de agua, y sus efectos derivados sobre la salud de los microorganismos y de la vida humana”.
Fuente: NexCiencia
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