Buenos Aires, 29 de agosto de 2024 – Los recientes recortes presupuestarios del gobierno de Javier Milei están impactando de manera significativa a los programas ambientales en Argentina, con una reducción alarmante en las partidas destinadas a la transición energética, la lucha contra incendios y el saneamiento del Riachuelo, entre otros. La decisión de prorrogar el Presupuesto 2023 para el año en curso y el objetivo intransigente de lograr un superávit fiscal han resultado en un derrumbe de casi el 50% en términos reales de estas partidas fundamentales, según especialistas en temas ambientales.
Matías Cena Trebucq, economista de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), destaca que el recorte es parte de una estrategia política que prioriza el superávit fiscal a expensas de la inversión en programas ambientales esenciales. "El afán por el superávit fiscal se tradujo en recortes presupuestarios y en una decisión política de desfinanciar partidas ambientales," explica Cena Trebucq. El Monitor Ambiental del Presupuesto elaborado por FARN revela que, con solo el 3% del superávit fiscal, se podría haber mantenido estable en términos reales las partidas destinadas a programas ambientales y a la penetración de energías renovables.
Este desfinanciamiento se refleja claramente en el presupuesto para el saneamiento del Riachuelo, donde solo se ejecutó el 6,9% de los fondos destinados en el primer semestre de 2024, en comparación con el 44,4% del año anterior. La situación es igualmente crítica en el área de manejo del fuego, con una ejecución de apenas el 26,7% del presupuesto asignado, frente al 64% de los años previos. Los fondos para la transición energética han caído a solo el 1,6% del presupuesto previsto.
Comparación Internacional: Presupuestos Ambientales en América Latina y el Mundo
Para poner en perspectiva la magnitud de los recortes en Argentina, es útil comparar con los presupuestos ambientales en otras partes del mundo.
En Chile, el presupuesto 2024 para el Ministerio del Medio Ambiente es de aproximadamente $380 millones, con un enfoque significativo en la conservación de recursos hídricos y la gestión de residuos, en un país que ha enfrentado desafíos similares con la sequía y la contaminación.
Brasil ha asignado cerca de $1.5 mil millones al Ministerio del Medio Ambiente para 2024, lo que refleja un esfuerzo continuo en la preservación de la Amazonía y el combate contra la deforestación, a pesar de las tensiones políticas internas.
A nivel global, Suecia se destaca con un presupuesto ambiental robusto de alrededor de $2.4 mil millones para 2024, orientado a la promoción de energías renovables y políticas de reducción de emisiones, lo que subraya su compromiso con los objetivos climáticos internacionales.
En Estados Unidos, el presupuesto del Departamento de Energía para 2024 incluye más de $10 mil millones para iniciativas relacionadas con la transición energética, reflejando una prioridad nacional para el desarrollo de tecnologías limpias y sostenibles.
Estos ejemplos internacionales subrayan una tendencia global hacia el fortalecimiento de las políticas ambientales y la inversión en sostenibilidad. La reducción drástica de fondos en Argentina no solo pone en riesgo la salud ambiental del país, sino que también podría limitar sus posibilidades de cumplir con compromisos climáticos y de desarrollo sostenible.
Como concluye Natán Spollansky de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), "el presupuesto vigente permitió al Gobierno manejar los recursos con mayor discrecionalidad, con un ajuste significativo en áreas fundamentales para el desarrollo humano y ambiental." Mientras el mundo avanza en la lucha contra el cambio climático y busca soluciones sostenibles, los recortes en Argentina podrían tener efectos perjudiciales y duraderos en la salud ambiental y el bienestar de sus ciudadanos.