Salta: grave fuga petrolera en Pichanal deja fauna muerta, suelos contaminados y riesgo para las familias rurales

ACTUALIDAD25/11/2025La Política AmbientalLa Política Ambiental
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Una nueva fuga de gas y líquidos contaminados en el pozo LO-X10, operado por la empresa President Petroleum S.A., volvió a generar un grave impacto ambiental en la zona rural de Pichanal. El episodio reactivó las denuncias de productores y vecinos que, desde 2023, vienen alertando sobre derrames recurrentes sin que se implementen soluciones concretas.

Las imágenes registradas en el lugar muestran un panorama crítico: animales muertos, pastizales arrasados, árboles completamente secos y charcos impregnados de sustancias tóxicas que se extienden por distintos sectores del predio. Según referentes rurales, la liberación de gases y líquidos contaminantes no solo está matando fauna silvestre y animales domésticos, sino que también mantiene un riesgo permanente de incendio debido a la presencia de compuestos inflamables en superficie.

Muchos productores describen haber encontrado huellas de animales atrapados en el barro químico sin poder escapar. En una región donde la producción familiar depende del suelo, el agua y la salud del ecosistema, las pérdidas son devastadoras. Pequeños criadores aseguran que los daños ambientales y económicos serán difíciles de revertir, especialmente porque este tipo de eventos se repite desde hace al menos dos años.

Restos de barro tóxico, residuos químicos y zonas de vegetación muerta pueden observarse a kilómetros del pozo afectado, lo que evidencia la gravedad de la contaminación. Para muchas familias, el territorio ya no solo es improductivo: representa un riesgo para la salud humana y animal.

A pesar de los insistentes reclamos de las comunidades rurales de Pichanal, todavía no hubo una intervención efectiva que garantice que los derrames no volverán a suceder. Los vecinos exigen controles ambientales más estrictos, un plan real de remediación de los suelos y cursos de agua afectados, y la intervención inmediata de autoridades provinciales y nacionales para frenar el deterioro progresivo de la zona.

Mientras tanto, los pobladores continúan expuestos a gases tóxicos e inflamables y a un ecosistema cada vez más degradado. El caso de Pichanal vuelve a dejar en evidencia la fragilidad de los sistemas de control ambiental en zonas petroleras, donde las comunidades suelen ser las primeras en advertir los impactos y las últimas en ser escuchadas. La reiteración de fugas en el mismo pozo y la falta de medidas preventivas muestran un escenario de desprotección que pone en riesgo no solo a la producción local sino también a la biodiversidad del norte salteño.

Mientras no haya respuestas concretas, el territorio y las familias seguirán pagando el costo de una actividad que, sin controles reales, transforma el desarrollo energético en una amenaza para la vida rural.

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