EE. UU. y Argentina: ¿un retroceso en la lucha contra el cambio climático?
CAMBIO CLIMÁTICO21/01/2025La Política AmbientalLa salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, impulsada por el expresidente Donald Trump, reabre un debate crucial sobre el futuro de la lucha contra el cambio climático a nivel global. Aunque Trump ya había dado este paso durante su primer mandato, la reciente decisión de reincidir en su postura pone de nuevo en peligro el avance de compromisos internacionales vitales para frenar el calentamiento global.
El Acuerdo de París: un pacto para salvar el planeta
El Acuerdo de París es un tratado internacional sobre cambio climático adoptado en 2015, en el que casi 200 países se comprometieron a limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales, con el objetivo de evitar los efectos más devastadores del cambio climático. Este acuerdo, que marca un hito en los esfuerzos internacionales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, requiere que todos los países aumenten progresivamente sus compromisos climáticos y adopten políticas para mitigar sus emisiones.
La decisión de Trump de retirar a EE. UU., uno de los mayores emisores de gases contaminantes, tiene serias implicaciones. Para empezar, debilita el impulso global necesario para cumplir con las metas establecidas en París. Cada año, las cumbres climáticas mundiales (COP) reúnen a líderes de todo el mundo para debatir y definir los pasos hacia un futuro más verde. Sin el liderazgo de Estados Unidos, se corre el riesgo de que la lucha contra el cambio climático pierda fuerza en un escenario ya de por sí complejo, donde países más contaminantes y menos desarrollados deben encontrar puntos de acuerdo.
La huella de Trump: un riesgo para el futuro climático
La salida de Trump de París durante su mandato anterior ya había puesto en peligro el futuro de las negociaciones climáticas. Aunque la decisión no fue automática y pasó por un largo proceso administrativo, el impacto político fue significativo, dejando claro el mensaje de que Estados Unidos no estaría dispuesto a liderar en la transición hacia energías renovables y un modelo económico más sostenible.
Pero más allá del impacto en el cambio climático, esta postura negativa también pone en duda el compromiso de EE. UU. con la cooperación internacional en cuestiones ambientales. Al apostar por los combustibles fósiles y retirar el apoyo a las políticas verdes de la administración anterior, Trump no solo dañó las relaciones diplomáticas, sino que también retrasó los avances en políticas que podrían haber ayudado a mitigar los efectos del cambio climático en comunidades vulnerables, especialmente en el sur global.
Argentina, ¿en la misma dirección?
Mientras tanto, Argentina también se enfrenta a la posibilidad de un cambio de rumbo climático bajo el liderazgo de Javier Milei. El presidente argentino ha decidido retirar a sus representantes de la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático (COP29) celebrada en Bakú, lo que ha encendido las alarmas sobre una posible salida del país del Acuerdo de París. En línea con su postura ultraliberal, Milei ha recortado políticas ambientales y reducido el Ministerio de Ambiente a una subsecretaría, lo que ha generado temores de que Argentina, un país responsable de una parte significativa de las emisiones globales, siga el ejemplo de Trump.
A pesar de que la Constitución argentina garantiza el derecho a un ambiente sano, el reciente enfoque del gobierno pone en riesgo los avances ambientales logrados hasta ahora. Organizaciones como Greenpeace y varios políticos argentinos han expresado su preocupación por este giro que podría aislar a Argentina del escenario internacional, perjudicando sus posibilidades de acceder a financiamiento verde y colaboraciones para mitigar el impacto del cambio climático en el país.
Impacto global: una batalla por la supervivencia del planeta
El mundo está ante una encrucijada. Las decisiones de figuras como Trump y Milei no solo representan un obstáculo para las políticas climáticas de sus respectivos países, sino que también afectan a la cooperación global necesaria para enfrentar los efectos devastadores del cambio climático. Si bien la acción climática internacional continuará, como lo demostró la resistencia de otros países a la salida de Trump, las señales de retroceso en potencias como EE. UU. y Argentina envían un mensaje peligroso de que los esfuerzos colectivos para reducir las emisiones y proteger el planeta podrían verse amenazados.
En este contexto, el futuro del planeta depende más que nunca del compromiso de todos los países, sin excepciones, con el Acuerdo de París. No solo es una cuestión de justicia ambiental, sino también de supervivencia para las generaciones futuras.
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