El Gobierno de Milei recorta investigaciones sobre cambio climático y ciencias sociales: ¿estamos abandonando el futuro de la ciencia en Argentina?

CAMBIO CLIMÁTICO10/01/2025La Política AmbientalLa Política Ambiental
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 En una medida que ha generado gran preocupación en el ámbito científico y académico, el Gobierno de Javier Milei ha anunciado a través de la Resolución 10/2025 un recorte de $1867 millones destinados a investigaciones científicas en Argentina. La decisión afecta a 70 programas de investigación, muchos de los cuales abordan temas clave como el cambio climático, la sostenibilidad ambiental y las ciencias sociales. De acuerdo con la resolución, solo se priorizarán aquellos proyectos vinculados a sectores como la agroindustria, la minería y la energía. Esta reorientación de los fondos deja de lado áreas fundamentales para el desarrollo a largo plazo del país, como las que abordan la crisis climática.

El cambio climático ya golpea a las provincias argentinas

En un contexto global marcado por el calentamiento global, las catástrofes ambientales se han convertido en una realidad cada vez más cercana. En Argentina, las olimpíadas de calor extremo y los incendios forestales han sido los principales protagonistas de un clima cada vez más hostil. En 2023, más de 5.000 hectáreas de bosques y campos fueron consumidos por incendios en provincias como Córdoba, San Luis y Buenos Aires, a lo que se sumaron los efectos de las sequías prolongadas que afectaron gravemente la producción agrícola, especialmente en el norte argentino.

A nivel nacional, el cambio climático está agravando las desigualdades. Las provincias del norte y noroeste de Argentina, que enfrentan condiciones climáticas más extremas, han visto empeorar sus recursos hídricos y su infraestructura, ya muy precaria antes de los efectos de la crisis climática. En particular, Salta, Jujuy y Tucumán han sido gravemente afectadas por sequías y temperaturas extremas, mientras que otras provincias como Misiones y Corrientes se han visto golpeadas por inundaciones. Los incendios en la región del Delta del Paraná, que han dejado a cientos de familias evacuadas, también son una consecuencia directa de un clima más caluroso y seco. Esta situación no solo afecta al ambiente, sino que también amenaza la economía, particularmente en áreas como la agricultura y la ganadería, pilares económicos de varias regiones del país.

América Latina: una región vulnerable al cambio climático

No solo Argentina está enfrentando los embates del cambio climático. América Latina en su conjunto se ha convertido en una de las regiones más vulnerables al calentamiento global. En países como Brasil, Chile y México, los fenómenos climáticos extremos son cada vez más frecuentes. En el Amazonas, las altas temperaturas y la deforestación han contribuido al colapso de los ecosistemas, mientras que en Chile, los incendios forestales han alcanzado niveles históricos, afectando tanto a la biodiversidad como a las comunidades rurales.

El impacto del cambio climático en América Latina se ha traducido también en sequías extremas, huracanes más destructivos y olas de calor que golpean a los sectores más vulnerables de la población. En Centroamérica, por ejemplo, el Corredor Seco sufre de una constante falta de lluvia, lo que afecta a millones de personas que dependen de la agricultura de subsistencia. A nivel global, América Latina representa uno de los territorios más afectados, siendo, según el Informe de Riesgo Global 2023, la región con más muertes e impactos económicos derivados de desastres naturales provocados por el cambio climático.

Negacionismo climático: ¿por qué recortar la ciencia sobre el clima?

En este contexto de creciente emergencia climática, el recorte en investigaciones sobre cambio climático y ciencias sociales por parte del Gobierno de Milei no solo es un mal diagnóstico, sino también un peligroso paso atrás. En lugar de financiar investigaciones que puedan mitigar o incluso frenar los efectos de la crisis climática, la Resolución 10/2025prioriza sectores económicos que, a corto plazo, pueden generar más ingresos, pero a largo plazo profundizan la dependencia de recursos no renovables y agravan la crisis ecológica.

El Gobierno, que ha sido criticado por negacionismo climático, parece no entender la magnitud de lo que está en juego. Javier Milei y su gabinete, a través de comentarios despectivos sobre la ciencia, han generado un clima de desinformación y desprecio hacia los consensos científicos internacionales. Mientras la comunidad científica global, junto con organismos como la ONU y el IPCC, advierte sobre la urgencia de tomar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el Gobierno argentino parece más interesado en defender intereses de sectores extractivosque en adoptar políticas sostenibles para el futuro del país.

La respuesta de la comunidad científica: alerta y movilización

La reacción de la comunidad científica frente a la resolución ha sido tajante. La Federación de Docentes Universitarios (FEDUN), la Federación Latinoamericana de Trabajadores Científicos (FEDLATCI) y la Asociación de Científicos Argentinos han expresado su repudio ante esta medida, considerando que recortar fondos para investigaciones en cambio climático y ciencias sociales es un ataque directo a la soberanía científica del país y un retroceso en las políticas públicas de desarrollo sostenible.

Argentina, con sus enormes desafíos climáticos, no puede darse el lujo de desatender la investigación científica sobre el cambio climático. Para frenar los efectos devastadores del calentamiento global, la ciencia y la tecnología son herramientas indispensables. Desfinanciar estos campos es un paso hacia la irreversibilidad de la crisis ambiental.

El futuro de Argentina: ¿un país sin ciencia ni conciencia ambiental?

Argentina se enfrenta a un dilema crítico: ¿seguir apostando por el crecimiento económico a corto plazo, sin tener en cuenta las consecuencias medioambientales, o invertir en ciencia y tecnología para crear un futuro más sostenible y equitativo? La comunidad científica, las universidades y la sociedad en general deben mantenerse alerta frente a esta ofensiva contra la educación pública y la ciencia, pilares fundamentales para cualquier nación que quiera afrontar el siglo XXI con seriedad y responsabilidad.

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