El flujo sin precedentes de armas hacia Ucrania y el aumento del gasto militar de las naciones europeas para reforzar sus defensas amenazan con socavar la ayuda al desarrollo de las naciones más pobres del mundo.
Yoke Ling, director ejecutivo de la Red del Tercer Mundo, dijo a IPS que la escalada del gasto militar definitivamente tendrá un impacto directo en una serie de gastos que el Norte se ha comprometido con los países del Sur en desarrollo, desde la ayuda oficial al desarrollo (AOD) hasta la financiación de la adaptación y mitigación del cambio climático, «que es una obligación legal en virtud de los tratados sobre el clima».
Incluso antes de la guerra desatada por Rusia en Ucrania el 24 de febrero, señaló, “el Norte ha estado reduciendo la financiación del desarrollo. Así que esperamos que la regresión se agrave», añadió.
Un nuevo documento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), titulado “Informe 2022 sobre Financiamiento para el Desarrollo Sostenible: Cerrar la brecha financiera”, publicado el 12 de abril, señala que el crecimiento de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) alcanzó un nivel récord en 2020, con 161 200 millones de dólares.
“Sin embargo, 13 países recortaron la AOD y la suma sigue siendo insuficiente para las grandes necesidades de los países en desarrollo”, puntualiza.
La ONU también teme que «las consecuencias de la crisis de Ucrania, con el aumento del gasto en refugiados en Europa, puedan suponer recortes en la ayuda prestada a los países más pobres».
El informe advierte que, ante la crisis mundial, es necesario adoptar medidas a corto plazo y prestar más ayuda internacional para evitar las crisis de la deuda y hacer frente al elevado coste de los préstamos.
Apunta, además, que la gran mayoría de los países en desarrollo necesitarán un apoyo activo y urgente para poder retomar el ritmo que les permita alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el año establecido: 2030.
El documento estima que en los países más pobres será necesario un aumento de 20 % del gasto en sectores clave.
Un artículo del diario The New York Times del 29 de marzo afirma que, en los países de la Unión Europea y en el Reino Unido, la invasión de Ucrania por parte de Rusia está modificando las prioridades de gasto y obligando a los gobiernos a prepararse para amenazas que se creían enterradas hace mucho tiempo.
Eso incluye la avalancha de refugiados ucranianos hacia países europeos, el posible uso de armas químicas, biológicas e incluso nucleares por parte del presidente ruso, Vladimir Putin, si llega a sentirse acorralado ante un eventual fracaso de su ofensiva en Ucrania.
El resultado es una repentina reorganización de los presupuestos, ya que el gasto militar, los requerimientos esenciales en la agricultura y la energía, y la ayuda humanitaria pasan a primer plano, mientras que otras necesidades urgentes, como la educación y los servicios sociales, probablemente se reduzcan, afirma el periódico editado en Nueva York.
Frederic Mousseau, director de políticas del estadounidense Instituto Oakland, dijo a IPS que «mientras la combinación de sequías y conflictos provoca un sufrimiento humano masivo y hambre en varios países, los llamamientos humanitarios de la ONU para estas crisis agudas están crónicamente infrafinanciados».
El año pasado, señaló, solo se financió 45 % del llamamiento de la ONU para Yemen y el Cuerno de África, y solo 29 % del requerimiento para Siria. Con estas carencias en medio de la guerra de Ucrania, es fundamental que todos los países donantes garanticen que su solidaridad y apoyo se centran en todas las víctimas, adujo.
El aumento de los presupuestos militares en Europa se traducirá automáticamente en más ventas para los principales exportadores occidentales de armas: Estados Unidos, Francia y Alemania.
El complejo militar industrial produce mayores beneficios económicos para estos países y alimenta los conflictos en todo el mundo. En 2021, la segunda mayor necesidad de ayuda humanitaria fue para Yemen, mientras que Arabia Saudí, que hace la guerra en este país, es el primer importador de armas de los países occidentales.
Queda por ver, dijo, cómo se verán afectados los presupuestos reales de ayuda por la guerra en Ucrania.
“Pero independientemente de lo que ocurra en Europa, una cuestión importante que socava nuestra capacidad de promover la paz y la estabilidad en el mundo, así como de reducir la necesidad de ayuda internacional, es el presupuesto militar de Estados Unidos”, aseguró Mousseau.
Estados Unidos, remarcó, sigue aumentando ese presupuesto bajo la administración de Joe Biden “hasta alcanzar un récord histórico de 813 000 millones de dólares este año”.
Se trata de un gasto en ese rubro que supera al de 11 países que le siguen untos, señaló Mousseau.
“Estados Unidos no solo representa el mayor presupuesto militar del mundo, sino que también es el mayor exportador de armas y, casualmente, el mayor donante de ayuda, pero sin embargo la ayuda internacional de Estados Unidos solo representa 4 % de su gasto militar”, puntualizó.
Ante esta realidad, “las prioridades tienen que cambiar drásticamente para hacer frente a los retos humanitarios y medioambientales del mundo”, subrayó.
Vitalice Meja, directora ejecutiva de Reality of Aid Africa, dijo a IPS: «Apoyamos los esfuerzos humanitarios dirigidos al pueblo ucraniano y nos solidarizamos con ellos. Sin embargo, creemos que los donantes deben seguir cumpliendo con sus otras obligaciones en otras guerras mundiales de la pobreza, y la crisis climática en la humanidad”.
Es importante, especialmente para África, que la AOD siga centrándose en catalizar el desarrollo y en abordar la devastadora crisis del cambio climático y el aumento de las desigualdades, dijo.
“Los donantes deben asignar recursos adicionales a Ucrania y no simplemente militarizar la ayuda o cambiar las partidas presupuestarias y las prioridades de otros retos de desarrollo global en respuesta a la guerra en Ucrania”, analizó Meja.
A su juicio, es fundamental que los donantes, al mismo tiempo que no cambian los recursos, se centren en la construcción y el fortalecimiento de la resiliencia de África en estos tiempos de duro cambio climático y pérdida masiva de cosechas.
“Deben asegurar una financiación climática sostenible y recursos para el desarrollo para hacer frente a los crecientes casos de desigualdad, hambre extrema y pobreza en esta parte del trabajo”, remarcó la especialista en el continente africano.
Para Meja, “esa es nuestra guerra y sigue siendo importante y relevante. Hay que librarla con agresividad y ganarla también”.
Fuente: Agencia IPS
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