Sequía en la cordillera: crisis hídrica en Mendoza, San Juan, La Rioja y Catamarca

ACTUALIDAD04/12/2025La Política AmbientalLa Política Ambiental
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La crisis hídrica en las provincias cordilleranas combina menos nieve en las cumbres, retroceso de glaciares y presiones crecientes sobre las cuencas por expansión productiva y proyectos extractivos. Abajo amplío cada provincia en detalle: situación actual de fuentes y embalses, impacto en actividades económicas, medidas tomadas por autoridades, conflictividad social y riesgos estructurales.

Mendoza: megasequía y viñedos en riesgo 

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Dique Potrerillos impactan al ver el bajo nivel de agua: Alf Ponce Mercado 

Situación actual y fuentes hídricas

Mendoza depende principalmente del deshielo de la Cordillera de los Andes, que alimenta ríos como el Mendoza, Tunuyán y Diamante, así como de una red de embalses —Potrerillos, Valle Grande, Los Reyunos, entre otros— que regulan el caudal para riego y consumo urbano. En las últimas temporadas, la acumulación de nieve estuvo por debajo del promedio histórico, y muchos embalses operan con fracciones de su capacidad máxima. Esto reduce la capacidad de regulación estacional y deja a los ríos más vulnerables a las variaciones climáticas.

Impacto productivo

La vitivinicultura es la columna vertebral de la economía mendocina. Menos agua se traduce en menor rendimiento de las vides —bayas más pequeñas, estrés hídrico que afecta azúcar y acidez—, mayores costos de riego tecnificado y riesgo de abandono de hectáreas marginales. Otros cultivos, como olivos, frutales y hortalizas, también sufren la presión sobre el agua disponible. Esta situación puede afectar especialmente a bodegas medianas y pequeñas, que no cuentan con reservas financieras como las grandes, y poner en riesgo el turismo en regiones como el Valle de Uco o Luján, donde el paisaje y los servicios se ven comprometidos.

Conflicto minero (San Jorge / PSJ)

El proyecto minero San Jorge (PSJ Cobre Mendocino), que actualmente se debate en la Legislatura, se ubica cerca de cuencas que abastecen riego y embalses de cabecera. Comunidades, investigadores y organizaciones advierten que la actividad minera requiere agua para sus procesos, efluentes y obras que alteran escorrentías y cauces. Aunque los estudios de impacto y las declaraciones empresarias proponen mitigaciones, el argumento principal en contra es la competencia por el recurso: cualquier volumen adicional demandado por la minería compite con un agua que ya es escasa para consumo humano y agricultura. La discusión legislativa y social coincide con una temporada de bajos inventarios hídricos, lo que aumenta tanto la preocupación como el riesgo real.

Medidas gubernamentales y vacíos

El gobierno provincial ha promovido sectorizaciones, campañas de ahorro y algunos incentivos para riego eficiente, junto con monitoreo de cuencas. Sin embargo, aún faltan estrategias integradas que prioricen el consumo humano y la sustentabilidad a mediano plazo, como manejo de cuenca con criterios vinculantes, protección efectiva de nacientes y restricciones claras a usos extractivos en zonas de cabecera.

Riesgo agregado

Si Mendoza aprueba proyectos extractivos sin límites hídricos claros y la tendencia de acumulación nival continúa a la baja, la provincia podría enfrentar una contracción estructural de la superficie agrícola útil, con fuertes impactos en empleo, valor agregado local y seguridad hídrica.

San Juan: 

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Estado de cuencas y embalses

Las cuencas del río San Juan y Jáchal muestran acumulaciones de nieve por debajo del promedio y embalses con almacenamiento reducido respecto a campañas medias. La provincia ha registrado episodios de bajo derrame que complican la programación de riego y la generación hidroeléctrica menor.

Impacto agrícola y socioeconómico

San Juan concentra fruticultura intensiva —olivo, vid en ciertos oasis— y agricultura irrigada que depende de calendarios hídricos estables. Menores escurrimientos derivan en racionamientos programados y pérdida de calidad en frutos, con potenciales efectos en exportaciones y empleo temporario. También se resiente la recarga de acuíferos en zonas agrícolas que recurren a perforaciones como respaldo, aumentando costos y riesgo de sobreexplotación.

Política y técnica

Autoridades provinciales han buscado coordinación interjurisdiccional y acuerdos de intercambio de información —incluyendo con actores chilenos en cuencas andinas compartidas— para mejorar previsiones. Se planifican obras menores y optimizaciones de riego, pero los expertos provinciales reclaman planes integrados de cuenca, inventarios de agua subterránea y marcos regulatorios que limiten nuevos usos intensivos en sectores con recarga comprometida.

Riesgos inmediatos

La combinación de embalses bajos y mayor demanda estacional puede generar cortes generalizados en el suministro urbano y escaladas en el conflicto por agua en sectores rurales, con impacto directo en pequeños y medianos productores.

La Rioja:

Condición de recursos

La Rioja registra una de las disponibilidades superficiales de agua más bajas del país. Reservorios y acueductos clave operan con niveles significativamente reducidos. La provincia declaró medidas de emergencia hídrica en escenarios recientes por la evidente caída de caudales.

Uso del suelo y presión productiva

En los últimos años se intensificó la plantación de cultivos que exigen riego (pistacho, frutales) en áreas que tradicionalmente tenían un balance hídrico ajustado, lo que acentuó la competencia por recursos entre producción y abastecimiento domiciliario. La expansión agrícola, sin una readecuación del manejo hídrico en cuenca, potenció la crisis.

Medidas y limitaciones institucionales

La Provincia implementó perforaciones, suministro por camiones cisterna y restricciones en riego, pero las soluciones han sido en gran medida paliativas y de corto plazo. Falta planeamiento estratégico de largo plazo: protección de nacientes, control sobre nuevos derechos de extracción y obras de almacenamiento que respeten la geomorfología y los tiempos de recarga naturales.

Impacto social

La emergencia se tradujo en racionamientos, aumento del costo del acceso a agua para familias y tensión política en localidades afectadas donde la demanda social exige respuestas estructurales.

Catamarca — diques en mínimos, red colapsada y protestas en la ruta

Retrato hidrológico

Catamarca presenta descensos importantes en el caudal de ríos menores y en embalses utilizados para consumo y riego. El río El Tala —clave para la capital y valle central— y otros cursos muestran niveles por debajo de lo histórico en varias estaciones de monitoreo. Las perforaciones y obras superficiales no logran compensar la falta de recarga.

Protestas y conflictividad

La respuesta insuficiente del servicio y los cortes prolongados gatillaron protestas ciudadanas —bloqueos de ruta, concentraciones y reclamos públicos—. En rutas y accesos claves (por ejemplo, cortes en la RN 38 en Chumbicha) los vecinos exigieron medidas urgentes: restablecimiento del servicio, suministro alternativo y obras de fondo. Estas movilizaciones convirtieron a la falta de agua en un actor político y social central.

Impacto en producción y servicios

La sectorización aplicada por Aguas de Catamarca SAPEM y la distribución por cisternas mitigaron emergencias puntuales, pero dejaron a productores rurales con riego interrumpido y a barrios urbanos con semanas sin servicio regular. La pérdida de capacidad productiva local y los costos privados (compra de agua, pérdida de rubros, interrupción de comercios) generan efectos económicos que podrían perdurar.

Vacíos administrativos

Además de la emergencia climática, la provincia enfrenta problemas de mantenimiento de redes, inversiones insuficientes y falta de planes de contención para pequeñas cuencas que sostienen poblaciones dispersas. La protesta social exige ahora no solo soluciones técnicas, sino también mayor transparencia y planificación estatal.

Salta — infraestructura frágil, cortes programados y comunidades vulnerables

Estado del suministro

En áreas urbanas se registran cortes programados y baja presión que afectan barrios, mientras que en zonas rurales comunidades dependen de abastecimiento por camión o perforaciones poco fiables. En departamentos como Santa Victoria Este la situación es crítica, con poblaciones que llevan días sin acceso regular a agua potable ante olas de calor extremo.

Dimensión social y cultural

Muchas comunidades del NOA, incluidas comunidades indígenas, afrontan vulnerabilidades preexistentes (distancia a fuentes, baja infraestructura). La crisis hídrica agudiza condiciones de pobreza y aumenta riesgos sanitarios en virtud de restricciones de higiene y acumulación de temperaturas elevadas.

Política local

Los gobiernos municipales y provinciales han aplicado cortes programados y programas paliativos; sin embargo, las soluciones estructurales (ampliación de redes, obras de captación y reserva, y protección de cuencas) requieren recursos que muchas jurisdicciones todavía no tienen planificados o ejecutados en tiempo útil.

Jujuy — heterogeneidad territorial, turbiedades y riesgos para plantas de tratamiento

Condición actual

En Jujuy se registraron interrupciones programadas, reclamos vecinales y problemas de turbiedad en fuentes de captación que complican la operación de plantas de tratamiento. Áreas rurales e intermontanas presentan dificultades de acceso y provisión.

Impactos

Las plantas de tratamiento que operan con agua de alta turbiedad sufren disminuciones en su capacidad efectiva, lo que obliga a cortes preventivos y aumenta los costos operativos. Para comunidades rurales, la limitación de servicio implica dependencia de cauces no controlados o de camiones cisterna.

Políticas y desafíos

Jujuy necesita fortalecer monitoreo y obras en cabecera, priorizar protección de nacientes y coordinar con provincias vecinas la gestión de cuencas compartidas para evitar decisiones aisladas que terminen repercutiendo aguas abajo.

Elementos transversales que agravan la crisis

  • Retroceso glaciario y déficit nival sostenido: reducen la capacidad de almacenamiento natural y la regulación estacional.
  • Sobreexplotación de acuíferos y perforaciones como parche: elevan costos y provocan agotamientos locales.
  • Expansión de cultivos de alto requerimiento hídrico sin reordenamiento de derechos: genera conflictos entre uso productivo y necesidades básicas.
  • Posible flexibilización de la Ley de Glaciares: riesgo de habilitar actividades extractivas en zonas de cabecera si no se establecen límites científicos estrictos.
  • Infraestructura envejecida y mantenciones postergadas: pérdidas en redes y mayor vulnerabilidad ante roturas.

Resumen de la crisis hídrica en la cordillera

La crisis hídrica en la cordillera es hoy un problema múltiple: climático, productivo, institucional y social. En cada provincia se combinan señales técnicas (baja nieve, embalses bajos) con decisiones locales (apertura a nuevos usos, carencias de inversión) que configuran riesgos específicos: Mendoza con su riesgo vitivinícola y el debate por San Jorge; San Juan con embalses tensos; La Rioja con emergencia declarada; Catamarca con protestas que tensionan la gobernabilidad; Salta y Jujuy con vulnerabilidades rurales y operativas. El mapa no es homogéneo, pero la línea común es clara: sin políticas integradas por cuenca, inversiones sostenibles y límites precisos a usos extractivos en cabeceras, la sequía estructural se convertirá en una reconfiguración duradera del territorio productivo y social.

La reforma de la Ley de Glaciares y el riesgo para las provincias cordilleranas

En los últimos meses, el gobierno nacional anunció su intención de modificar la Ley de Glaciares —la norma que desde 2010 protege glaciares y geoformas periglaciares— proponiendo, según versiones oficiales y notas periodísticas, que las provincias tengan mayor potestad para delimitar zonas periglaciares. Expertos y organizaciones advierten que esa modificación abriría la puerta a que actividades extractivas (minería y obra civil) se autoricen en áreas hoy protegidas, disminuyendo la protección de reservas de agua críticas para el régimen hídrico cordillerano.

Diversos comunicados y reportes técnicos consideran que desproteger o flexibilizar alcances de la Ley de Glaciares pondría en riesgo las “pilas” de agua que sostienen ríos y napas en temporadas secas. Dado que las provincias cordilleranas dependen del aporte nival y de cuerpos glaciales (incluyendo glaciares de escombros y periglaciales), cualquier debilitamiento de la norma podría agravar la escasez para consumo humano, riego y ecosistemas, y facilitar la entrada de proyectos extractivos con alto consumo hídrico en zonas ya tensionadas. Organizaciones científicas y ambientales vienen alertando sobre estas consecuencias y piden mantener las protecciones vigentes.

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