

Especialistas en climatología y ciencias ambiente de la UBA advirtieron que “es necesario establecer medidas más restrictivas” a la hora de evaluar la calidad del aire de la Ciudad de Buenos Aires afectada de manera recurrente por el humo de los incendios forestales cercanos, y “mejorar la gestión de los problemas sanitarios relacionados con esta problemática”.
“Es necesario establecer medidas más restrictivas para la ciudad y mejorar la gestión de los problemas sanitarios relacionados con esta problemática, en especial para las personas con afecciones respiratorias o cardíacas”, dijo Leonardo Serio, docente de Climatología y Fenología Agrícolas de la Facultad de Agronomía (FAUBA) al portal Sobre la Tierra de esa facultad.
En su artículo “Incendios y calidad del aire: Un vínculo inquietante en la Ciudad de Buenos Aires”, el periodista Pablo Roset se mete con la aparente contradicción que representan reportes que hablan de una calidad del aire “bueno” o “muy bueno” para días en que “el humo de los fuegos en zonas cercanas a CABA contamina la atmósfera y causa problemas sanitarios en la población”.
Usando datos de múltiples fuentes, un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) halló una relación estrecha entre los incendios, la dirección del viento y los picos de partículas de humo en el aire de la ciudad.
“En la Ciudad de Buenos Aires se mide a diario el nivel de varios contaminantes del aire que, según la OMS, representan un riesgo para la salud de los seres vivos. Uno de ellos es el material particulado en suspensión, que aunque es microscópico, en altas concentraciones se hace visible. Esto sucede cuando, por ejemplo, hay humo de incendios en la región”, explicó Leonardo Serio, docente de Climatología y Fenología Agrícolas (FAUBA).
En este sentido, Serio remarcó que en los últimos años, durante ciertos días, la ciudad se vio literalmente cubierta por un manto de humo proveniente de fuegos en pastizales del Delta del Paraná y de zonas aledañas a la Capital Federal. Eso, sumado a la persistencia de vientos desde esas regiones, aumentó los niveles de contaminación atmosférica, sobre todo con material particulado.
“Para comprender mejor este problema, realizamos un estudio con datos registrados en las tres estaciones de monitoreo de la ciudad, información satelital de los incendios y registros meteorológicos. También examinamos notas periodísticas que informaban la presencia de humo en las fechas de ocurrencia de los focos”, dijo Florencia Aversa, egresada de la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la FAUBA, bajo la dirección de Serio, en su trabajo de tesis.
Los resultados de su trabajo revelaron que, en las fechas de las noticias periodísticas analizadas, las altas concentraciones puntuales de material particulado registradas en la Ciudad de Buenos Aires coincidieron con la presencia de humo y con vientos predominantes desde los sitios donde tenían lugar los incendios.
El análisis se enfocó en tres estudios de caso: un incendio en Punta Lara, en 2017, y otros dos en el Delta del Paraná, en 2019 y 2020.
“En todas las situaciones, los picos de material particulado superaron el nivel máximo que establece la OMS, 50 microgramos por metro cúbico de aire. Sin embargo, los valores de los picos estuvieron muy por debajo del límite máximo que establece la Agencia de Protección Ambiental del GCBA, que es tres veces mayor: 150 microgramos por metro cúbico”, señaló Florencia.
En esta misma línea, Serio puntualizó que si bien la calidad del aire en CABA a menudo se informa como ‘buena’ o ‘muy buena’, estas calificaciones surgen de los estándares legales vigentes, que son menos estrictos que las recomendaciones de la OMS.
“Es necesario establecer medidas más restrictivas para la ciudad y mejorar la gestión de los problemas sanitarios relacionados con esta problemática, en especial para las personas con afecciones respiratorias o cardíacas”, remarcó.
Según Aversa, los efectos más preocupantes de la contaminación del aire se observan en la salud humana: “Las personas más susceptibles a sus efectos son los niños y los ancianos, sobre todo si poseen enfermedades preexistentes. El material particulado más pequeño puede penetrar profundo en los pulmones y causar problemas respiratorios y cardiovasculares. Y si se combina con otros contaminantes, los efectos pueden resultar aún más graves”, planteó.
Entre las implicancias del estudio, Leonardo Serio hizo hincapié en la importancia de controlar los incendios de pastizales y de implementar medidas de alerta para la población más sensible a la contaminación del aire. “En 2021, la Agencia de Protección Ambiental de la ciudad dio un paso positivo con una nueva resolución que busca acercar gradualmente los límites de contaminación a los estándares que establece la OMS”, indicó.
“Mientras tanto, y en ausencia de controles o de alarmas que garanticen un ambiente más saludable, una buena medida podría ser volver a usar barbijos cuando haya humo en la atmósfera”, concluyó.
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