Entre Ríos: la Justicia prohíbe regar calles con agua contaminada con caca

Un fallo judicial obliga a la Municipalidad de Crespo a frenar el riego de calles con agua extraída de arroyos contaminados con efluentes cloacales. El agua usada contenía altos niveles de bacterias fecales y representaba un riesgo para la salud pública.

ACTUALIDAD27/08/2025La Política AmbientalLa Política Ambiental
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En Crespo, Entre Ríos, regar las calles de tierra con agua contaminada ya no es una opción. La Justicia provincial ordenó que se suspenda de inmediato esta práctica, luego de confirmarse que el municipio utilizaba agua con altísimos niveles de contaminación fecal para mitigar el polvo en las calles no asfaltadas. La medida también prohíbe cualquier otro uso del agua proveniente de los arroyos afectados hasta que se garantice su salubridad.

La decisión surge de un amparo ambiental presentado por vecinos preocupados por los olores nauseabundos, la proliferación de bacterias y el riesgo sanitario. Durante la investigación, se detectaron niveles alarmantes de coliformes fecales y Escherichia coli en el agua tomada de los arroyos “Hondonada de la Cruz” y “N50151”, utilizados por el municipio para riego. Esas bacterias provienen directamente de efluentes cloacales sin tratar.

 
Calles regadas con cloaca: un problema sanitario y ambiental
El agua extraída contenía una carga biológica considerada peligrosa incluso para un contacto mínimo. El riego con esta agua podía generar aerosoles que al ser inhalados o entrar en contacto con la piel —especialmente en niños, ancianos o personas inmunocomprometidas— representaban un riesgo directo para la salud. También se advirtió sobre la posible infiltración en napas freáticas, afectando a otras fuentes de agua subterránea, o el escurrimiento hacia cursos de agua más grandes.

El origen del problema está en el sistema cloacal de la ciudad, que se encuentra parcialmente colapsado. Las estaciones elevadoras de líquidos cloacales —encargadas de llevar los desechos hacia su tratamiento— están fuera de funcionamiento, lo que provoca que parte de las aguas negras se vuelquen directamente a los arroyos sin ningún tipo de proceso de depuración.

 
Un sistema que no da abasto
La red cloacal de Crespo cuenta con 12 estaciones elevadoras, muchas de las cuales están desactualizadas o directamente fuera de servicio. El municipio admitió que el sistema necesita inversión urgente, estimando que sólo reparar una de las estaciones requeriría alrededor de 8.000 dólares. Mientras tanto, se han generado descargas cloacales constantes a cursos de agua superficiales que, lejos de ser tratados, fueron reutilizados para tareas municipales básicas como regar calles.

Las consecuencias se hicieron evidentes en la cuenca del arroyo Espinillo y sus afluentes, donde se registraron episodios de agua putrefacta, mortandad de peces y olores insoportables, incluso en zonas cercanas a áreas naturales protegidas.

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La Justicia interviene
El fallo judicial no solo prohíbe el uso de esta agua para riego, sino que exige un peritaje completo de la red cloacal, la revisión de cañerías, estaciones elevadoras y lagunas de estabilización. También ordena que los resultados se informen al Concejo Deliberante y se comuniquen públicamente en medios locales, garantizando transparencia y participación ciudadana.

Además, se exigió la implementación de un monitoreo sistemático de los arroyos impactados y la elaboración de un plan de saneamiento ambiental que contemple no solo medidas técnicas, sino también participación de la comunidad.

 
Una postal del colapso ambiental
Lo ocurrido en Crespo refleja una situación más extendida en muchas ciudades del país, donde el deterioro de los sistemas de saneamiento convive con la falta de controles, presupuestos y soluciones de fondo. En este caso, la improvisación terminó por exponer a toda una ciudad a bacterias peligrosas en pleno espacio público.

Mientras se analizan biofiltros con camalotes como solución natural para depurar los arroyos —una estrategia válida pero claramente insuficiente frente al nivel de contaminación actual—, el fallo judicial funciona como un llamado de atención: el agua cloacal no es una herramienta de gestión urbana, y ponerla a circular por las calles es una negligencia inaceptable.

Fuente: eraverde

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