Argentina en default ambiental: nuestros recursos naturales están en números rojos

ACTUALIDAD 25/06/2022 La Política Ambiental La Política Ambiental
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Según datos de la huella ecológica, Argentina ya agotó los recursos naturales que deberían estar disponibles para todo el año, generándose una “deuda ambiental”. Durante los próximos seis meses, estaremos consumiendo a crédito los recursos futuros.


Las personas de mi generación han escuchado recurrentemente que el mayor problema de la Argentina es que se gasta más de lo que se recauda. Eso lleva a los gobiernos a tomar deuda o imprimir papel moneda. Las iniciativas para achicar el gasto público tampoco han sido exitosas y generalmente afectan principalmente a los más desfavorecidos. Mi generación creció conociendo – y sufriendo- el significado de términos cómo hiperinflación, devaluación, deuda externa, ajuste, mega canje, blindaje y default. Nuestro país se ha logrado recuperar de las sucesivas crisis económicas echando mano a lo que más abunda, nuestros recursos naturales, que determinan lo que en la actualidad se conoce cómo biocapacidad. Lamentablemente, desde hace un tiempo, nuestra forma de producir y consumir a nivel global -y en particular en Argentina- ha excedido con creces la biocapacidad global y nacional y nos obliga a todos a conocer y manejar un nuevo término:  default ambiental; que se relaciona directamente con el Día del Exceso de la Tierra u Overshoot Day.

Según datos de la huella ecológica - indicador que mide el impacto de las actividades humanas sobre los recursos naturales que tenemos y cómo los utilizamos- al 24 de junio la Argentina ya agotó los recursos naturales que deberían estar disponibles para todo el año, generándose así lo que llamamos una “deuda ambiental”. Es decir que, durante los próximos 6 meses, estaremos consumiendo a crédito los recursos futuros, al haber utilizado la biocapacidad o presupuesto ecológico previsto para todo el 2022.

La desertificación de la Patagonia, la deforestación en el Gran Chaco, la sobrepesca y el descarte pesquero en nuestro mar, la contaminación de ríos y arroyos, la baja en la productividad de la zona núcleo, son parte de la deuda ambiental que generamos, una deuda que se va acumulando para más adelante hasta que, en un momento determinado, puede volverse insostenible. Los más altos intereses que se cobra esta deuda ambiental son el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la pérdida de fertilidad del suelo, las inundaciones, la escasez de agua, entre otros, que contribuyen a aumentar la marginalidad social y hacen más difícil la recuperación socio económica de nuestro país.

La iniciativa de establecer un Día del Exceso de la Tierra es realizada por Global Footprint Network (GFN), y busca generar conciencia al destacar el exceso de velocidad con el que estamos “consumiendo el planeta”. Viene a mostrarnos la presión sin precedentes que las actividades humanas están ejerciendo sobre los recursos naturales y nos alerta sobre la necesidad de hacer cambios urgentes y significativos para revertir esta tendencia.

A nivel global, el Día del Exceso de la Tierra se estima para el 28 de julio y se calcula a partir de comparar la suma de todas las demandas de consumo del mundo con los recursos naturales disponibles para solventar ese consumo, y la capacidad de respuesta que tienen los ecosistemas para reponer esos recursos. Al ritmo actual de consumo, la cantidad de recursos y servicios de la naturaleza requeridos para abastecer nuestras necesidades equivalen a 1.75 planetas Tierra: esto significa que estamos usando un 75% más de recursos de lo que los ecosistemas pueden regenerar en un año.

 

Para Argentina, la fecha es un mes antes que el promedio global y los datos dejan en evidencia que si todo el mundo viviera como lo hacemos los argentinos, se necesitarían alrededor de dos planetas para abastecer los recursos naturales que sostienen nuestro sistema de producción y consumo.

La única manera de retrasar esta fecha es a través de un verdadero cambio en nuestra forma de vida. Desde el modo que consumimos y producimos los alimentos, hasta la manera en que nos movemos, cómo conseguimos nuestra energía e incluso en qué invertimos nuestro dinero. Y si bien todas las personas podemos hacer algo para demorarla, hacen falta también cambios a gran escala desde los gobiernos y el sector privado. Nuestro país, por ejemplo, tiene la posibilidad de aumentar los compromisos asumidos en el Acuerdo de París. Podemos plantear un compromiso mucho más ambicioso de reducción de emisiones si buscamos enfrentar realmente el problema del cambio climático, a través de la inversión en políticas de eficiencia energética o energías renovables, en el transporte, en la construcción e incluso en los sectores agropecuario y forestal.

La sobreexplotación de los recursos para las actividades humanas afecta a los ecosistemas, su funcionamiento y a todas las especies asociadas, lo cual nos lleva a una reflexión urgente: la variable ambiental debe ser incluida en el desarrollo de un modelo social económico y productivo, que tenga en cuenta a la naturaleza y a las personas, para que sea justo y sostenible en el tiempo. Hay muchas estrategias que permiten combinar lo económico, lo social y lo ambiental y no podemos seguir esperando para ponerlas en marcha. Estamos en números rojos, cada año la situación empeora y la deuda ambiental se agranda. La naturaleza nos ha dado indicadores de su capacidad de respuesta si reducimos nuestra huella ecológica, aún estamos a tiempo. Evitar el colapso ambiental es nuestra responsabilidad.

 

¿Cómo se han degradado los ecosistemas a nivel global y en Argentina?
 

Las poblaciones mundiales de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces sufrieron una disminución promedio del 68% debido a la destrucción ambiental por las actividades humanas. En América Latina la reducción, en promedio, fue del 94% y las principales amenazas son la alteración de bosques, humedales, pastizales y sabanas, la sobreexplotación de especies, el cambio climático y la introducción de especies exóticas (Informe Planeta Vivo 2020)
Cada año en el mundo se deforestan 10 millones de hectáreas de bosques, el equivalente al tamaño de la República de Corea, o el doble de la superficie de Costa Rica. (FAO y PNUMA, 2020).  El Gran Chaco se encuentra entre uno de los 24 frentes de deforestación a escala global, y entre los 9 que están en América Latina. (Reporte “Frentes de deforestación; impulsores y respuestas en un mundo cambiante” WWF)
Desde la sanción de la Ley de Bosques Nativos en 2007, se perdieron 3.500.000 hectáreas de bosques nativos en Argentina y con ellos todos los beneficios asociados. (Diagnóstico actualizado del estado de implementación - Ley N° 26.331)
En nuestras costas bonaerenses, el 80% de los residuos encontrados en las playas bonaerenses fueron plásticos. Una alarma que nos indica que la contaminación por plástico y el manejo de los residuos derivados, necesita ser parte de las soluciones para proteger los océanos del mundo. (Censo de Basura Costero Marina que Fundación Vida Silvestre Argentina)
En Argentina se descartan al mar más de 110 mil toneladas de merluza en buen estado al año, manifestando un manejo deficiente de los recursos pesqueros. A nivel global el 30% de los recursos pesqueros del planeta se encuentran sobreexplotados. (https://descarteilegal.vidasilvestre.org.ar/)
Nuestra matriz energética se basa, principalmente, en el uso de combustibles fósiles, cuya combustión emite gases de efecto invernadero y otros contaminantes a la atmósfera, que son los principales causantes del cambio climático y el calentamiento global.
A nivel global, alrededor de un 40% de los alimentos se desperdicia antes de ser consumidos, lo que implica también se desperdician los recursos naturales que fueron utilizados para producirse. Esto sucede a la par de que más de 800 millones de personas en el mundo padecen hambre y 3.000 millones no pueden permitirse una dieta saludable. (FAO). (Reporte “Enviado a la Basura”)

Fuente: Fundación Vida Silvestre Argentina

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