Catamarca: Estabilidad fiscal y pobreza en crecimiento [La Democracia de Mercado que propone Jalil como modelo de provincia próspera]

ACTUALIDAD01/06/2023 Manuel Fontenla
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I.
Desde marzo, mes en que Raúl Jalil comenzó a instalar su discurso de campaña, hay una frase, una idea, que repite en cada acto y en cada entrevista. No solo él, sus ministros/as, también la repitan y reiteran. No es cualquier idea, sino una muy importante en su discurso, una de la que se jactan y vanaglorian. En la inauguración del Puente del camino de la virgen, fue repetida varias veces.

La idea es que la provincia, “tiene las cuentas ordenadas”, que hay “estabilidad fiscal”, que nuestra provincia no tiene deuda en dólares, que nuestra provincia, tiene “estabilidad económica” en este contexto difícil, y que, gracias a eso, Catamarca es prospera, y todo esto, es rematado, con el latiguillo favorito de esta gestión: Catamarca es una provincia muy, pero muy, “atractiva para las inversiones”.

II.
La filosofía, la profesión que ejerzo, y la disciplina que me ayuda a mirar el mundo, enseña que una de sus principales tareas, es hacer preguntas. Pero no cualquier pregunta, no preguntas “abstractas”, sobre la muerte y el sentido de la existencia. No, la filosofía hace preguntas específicas, concretas, coyunturales. Y, sobre todo, hace preguntas, justo allí, donde hay ideas, que se repiten y aplauden acrítica y mecánicamente. Por lo tanto, yo quisiera hacer unas simples preguntas para comprender mejor, cual es el modelo de “provincia prospera” que nos propone el gobernador a futuro.

La pregunta para empezar, es la más obvia ¿Cómo puede ser prospera una provincia en la cual, casi la mitad de sus habitantes son pobres? ¿Cómo puede ser que nuestra economía sea notable, si nuestra provincia ocupa los peores índices en calidad cultural, educativa, en materia de derechos humanos y cuidado del ambiente? ¿Cómo se puede tener “cuentas ordenadas” en la provincia donde más ha crecido la desigualdad económica, es decir, la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen? Finalmente, ¿Por qué resulta atractiva una provincia, para que una transnacional invierta miles de millones de dólares, cuando en los últimos 20 años, esas inversiones no han logrado sacar a la provincia de su pobreza?

III.

Además de buenas preguntas, la filosofía enseña a dar buenas respuestas. Por buenas respuestas, me refiero a respuestas, que no son las más cómodas para quien pregunta, ni las más obvias, ni las más simples. Son buenas respuestas, aquellas que tratan de abarcar varios puntos de vista, que responden a partir de utilizar herramientas, a partir de historizar, a partir de brindar información y elementos para justificar sus respuestas.

Por ello, para las respuestas que siguen, quisiera partir de un presupuesto compartido con les lectores. Vamos a asumir, a acordar, en que Raúl Jalil, es una buena persona. Vamos a suponer, además, que es bueno con su familia, sus amistades, y que realmente le preocupa Catamarca, y que, si eligió ser gobernador, no es por un deseo espurio de hacer negocios, sino porque le interesa que esta provincia, realmente sea prospera. Desde esta posición, quisiera intentar compartir algunas ideas, para responder las preguntas hechas al inicio. Para responder cómo, efectivamente el gobernador puede sostener que hay prosperidad, con un 40% de pobreza.

IV.

Desde el famosísimo “La política” de Aristóteles, hasta nuestros días, la filosofía y la teoría política, han estudiado los modelos de gobierno a partir de sus formas “puras” y sus formas “desviadas”. Por ejemplo, para Aristóteles, las formas correctas de gobierno eran: la monarquía, la aristocracia y la república. Y sus formas respectivas de desviación eran: la tiranía, la oligarquía y la democracia.

En los últimos 30 años, la filosofía política contemporánea, ha pensado estas formas de otra manera. Partimos de asumir que la democracia es una forma pura y correcta de gobierno, incluso que, es la forma que nuestras sociedades, históricamente, han construido como el modelo más justo. Sin embargo, las democracias pueden ser de muchas formas, y tener distintos tipos de desviación.

Los reconocidos Pierre Dardot (filosofo) y Christian Laval (sociólogo) han publicado una maravillosa saga de análisis de la democracia contemporánea. La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal (2013), La pesadilla que no acaba nunca. El neoliberalismo contra la democracia (2017), en esta última, además, realizan un minucioso análisis de la crisis financiera mundial de 2007. Y, tal vez, el más conocido, “Común. Ensayo sobre la revolución en el siglo XXI (2015)”, un libro de casi 600 páginas, donde, desde múltiples perspectivas, analizan las formas políticas y sociales actuales y sus desviaciones.

En estas investigaciones, los autores señalan que la racionalidad neoliberal, es por definición, un conjunto de dinámicas sociales, políticas y económicas opuestas a la democracia. Sin embargo, y a pesar de ello, en la actualidad, se da una forma muy particular de democracia. Una donde democracia y neoliberalismo conviven e incluso se retroalimentan. En este modelo, la hipótesis que sostienen y demuestran los autores, es que el Estado, tiene un papel muy activo en la realización de los objetivos del neoliberalismo. Es decir, lo que antes supo ser un Estado de Bienestar, preocupado fundamentalmente en el interés del pueblo y sus ciudadanos, hoy, es un Estado preocupado (y ocupado) en sostener, representar y defender los intereses del Mercado. Cuando el Estado asume esta forma, es decir, cuando el Estado se vuelve parte fundamental del funcionamiento del Mercado, nos encontramos viviendo, no en una democracia de ciudadanos, o en una democracia de pueblos, o en una democracia social, sino, en una Democracia de Mercado.

En la democracia de Mercado, señalan Laval y Dardot: “Es con la ayuda muy activa del Estado como la acumulación ilimitada del capital dirige de un modo cada vez más imperativo y rápido la transformación de las sociedades, de las relaciones sociales y las subjetividades. Estamos en la época del cosmocapitalismo, en el que, mucho más allá de la esfera del trabajo, las instituciones, las actividades, los tiempos de vida, son sometidos a una lógica normativa general que los reconfigura y los orienta de acuerdo con los fines y los ritmos de la acumulación del capital”.

En este modelo de democracia y neoliberalismo, de democracia de mercado, los objetivos del Estado (y del gobierno que conduce y administra el estado) se convierten en los objetivos del mercado, en los objetivos de las empresas, y en los objetivos del capital. Y ¿Cuáles son los objetivos del mercado/empresa/capital? Pues, como todo manual de mercado y empresa lo indica: la estabilidad fiscal, las cuentas ordenadas y tener índices atractivos de inversión.

Cuando Jalil habla, cuando expresa su concepción de lo que es un buen Estado, de lo que son los objetivos y logros que definen “la prosperidad”, menciona explícitamente, los objetivos del mercado. Esta es la racionalidad neoliberal, en su correcto funcionamiento. No una desviación, sino su forma pura. La democracia de mercado, es la mejor realización de la racionalidad neoliberal. En ella, el Estado (el gobierno catamarqueño) tiene la función de cuidar (no a las personas) sino a las finanzas. Este es el fundamento de la concepción política de Jalil. Si las finanzas son estables, la democracia está bien, la pobreza, no es un problema. Y, por lo tanto, no es tampoco un factor, un número, una realidad, una preocupación, una angustia, un dolor. Es solo un aspecto inevitable de la sociedad.

V.

Lamentablemente, las próximas elecciones se disputarán dentro del marco y el modelo de la Democracia de Mercado. Lamentablemente, no habrá disputa de partidos ni ideologías por fuera de ella. En las boletas, estarán los políticos (y las ideologías) que quieren profundizar el modelo de Estado para el capital, Estado para la empresa, Estado para el Mercado.

Desde su perspectiva la pobreza nunca será un problema. La pobreza es tan solo, un dato natural e inevitable de la economía. Una variable que solo importa, si afecta el nivel de consumo, es decir, el incremento de las ganancias de las empresas. Si se la puede combatir mejor, pero mientras las finanzas sigan bien, nunca será un indicador contra la prosperidad.

El modelo es claro, mientras las finanzas, es decir, las ganancias de las empresas, estén bien, la provincia está bien. Más allá de lo que Jalil diga, mas allá de que tal vez, realmente quiera mejorar la vida de los catamarqueños, no lo puede hacer. Su racionalidad, su manera de comprender el mundo, su visión de la vida desde el prisma empresial y de mercado no se lo permiten. Su modelo de democracia, lo ha demostrado sobradamente estos 4 años, es la del mercado, no la del pueblo.

Hoy, necesitamos la opción contraria. La crisis económica que afronta el país, y que destruye nuestra vida dia a dia, necesita de un Estado para proteger a los ciudadanos del capital. Un estado que frene al capital, que lo límite, contenga y cuide a la gente. Jalil, no desea ni cree que es importante construir ese Estado.

Su gobierno, su partido, su ideología, sus discursos, defienden un Estado para el Mercado, un Estado para las finanzas estables, un Estado para las inversiones atractivas, no un Estado para los 200 mil catamarqueñxs pobres y desprotegidos.

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