Arroyo Rojo en el Conurbano: El Impacto del Derrame y la Falta de Respuestas

BUENOS AIRES20/02/2025La Política AmbientalLa Política Ambiental
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LA PLATA – El 6 de febrero, los vecinos de Avellaneda se despertaron con una sorpresa inquietante: el arroyo Sarandí, que cruza el distrito, había cambiado de color. Durante más de 20 horas, el agua del curso de este río de la provincia de Buenos Aires adquirió una tonalidad roja intensa, alterando tanto el paisaje como la tranquilidad de la comunidad.

A dos semanas del incidente, el Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires difundió los primeros resultados del análisis de las muestras de agua tomadas en el lugar. Según los informes preliminares, el color rojizo provino de una mezcla de pigmentos orgánicos, más específicamente de 19 variantes de un colorante llamado ACID RED, utilizado en industrias como la textil, alimenticia, farmacéutica y curtiembres.

Daniela Vilar, Ministra de Ambiente provincial, destacó que este hallazgo no solo permite identificar el origen del derrame, sino que también pone el foco sobre las industrias que podrían estar involucradas en la contaminación del arroyo. Se está trabajando con los municipios de la Cuenca del Sarandí para fiscalizar a las empresas que podrían estar vertiendo estos compuestos sin el control adecuado.

El análisis fue realizado utilizando técnicas especializadas como la cromatografía gaseosa y líquida, con la colaboración de laboratorios de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA). Afortunadamente, los primeros estudios descartaron la presencia de cianobacterias o bacterias tóxicas en el agua, lo que, de alguna forma, trajo algo de alivio a los vecinos, aunque la sensación general sigue siendo de alarma.

¿Qué está pasando con el Sarandí?

Los habitantes de Villa Inflamable, una de las zonas más cercanas al arroyo, ya están acostumbrados a los cambios de color del agua. María Ducomls, una vecina de la zona, relató cómo en los últimos años ha sido frecuente ver el arroyo con tonalidades inusuales, que van del azul al gris y del marrón al violeta. Además, la contaminación no es solo visual: el arroyo emite un fuerte olor nauseabundo, similar al de basura en descomposición, que se hace más notorio cada vez que el agua cambia de color.

María también cuestionó a las autoridades y a las empresas involucradas en la gestión de residuos. En su testimonio, mencionó la presencia de una empresa de tratamiento de residuos peligrosos en la zona, que, según ella, estaría vinculada con estos vertidos ilegales. “Vemos los camiones cisterna que vienen y, cada vez que llegan, el agua cambia de color. Nadie controla qué hacen con esos líquidos. Es una vergüenza”, expresó.

El caso ha puesto en evidencia la falta de acción efectiva por parte de las autoridades locales y provinciales. La denuncia penal presentada ante la Unidad Funcional de Investigación de Avellaneda aún no ha avanzado de forma significativa, lo que mantiene a la comunidad en un estado de incertidumbre. La situación es más grave si se considera que, en la provincia de Buenos Aires, no existe una fiscalía especializada en delitos ambientales, lo que dificulta aún más el acceso a la justicia.

La respuesta de la política

Ante la falta de avances y las crecientes protestas vecinales, la oposición política en la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires ha solicitado al gobierno de Axel Kicillof información detallada sobre las medidas preventivas adoptadas para evitar nuevos vertidos en el arroyo Sarandí. Además, exigen saber si se han realizado campañas de concientización y monitoreos de calidad del agua, así como una evaluación sobre los posibles efectos sobre la salud pública que este tipo de contaminación podría generar.

Claudia, otra vecina, también compartió su angustia y aseguró que el cambio de color del arroyo ya no es un hecho aislado, sino algo recurrente. “Somos los olvidados. Nadie nos escucha, nadie nos da respuestas. Este arroyo está totalmente abandonado, y la gente sigue contaminando. ¿Hasta cuándo vamos a seguir así?”, expresó indignada.

Una tragedia que se repite

Lo que ocurrió en el arroyo Sarandí no es un caso aislado, sino la punta del iceberg de una problemática ambiental mucho más profunda que afecta a todo el conurbano bonaerense. La falta de control sobre los vertidos industriales y la inacción de las autoridades ante la contaminación crónica de los cuerpos de agua son síntomas de un problema estructural que necesita soluciones urgentes.

Este nuevo episodio es una clara muestra de que la contaminación no solo afecta a los ecosistemas y la fauna, sino también la salud y calidad de vida de las comunidades cercanas. Mientras tanto, los vecinos de Avellaneda siguen esperando respuestas concretas, ya que, hasta el momento, las promesas de los organismos responsables no han logrado frenar el daño ambiental ni la angustia social.

En la provincia de Buenos Aires, es urgente que se implemente un plan de acción coordinado para erradicar los vertidos ilegales, controlar la industria contaminante y, sobre todo, garantizar el acceso a la justicia para las comunidades afectadas por estos desastres ambientales. La situación del arroyo Sarandí debería ser solo el comienzo de una reflexión más profunda sobre cómo gestionamos y protegemos nuestros recursos naturales.

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