Análisis del “verano más cálido registrado”: causas, consecuencias y futuro

El último verano fue “el más cálido registrado” y el tercero más seco, según datos del servicio meteorológico nacional. Esta temporada estuvo marcada por récords en las temperaturas y por una merma en las precipitaciones, que desencadenó múltiples consecuencias socioambientales. Sin duda, amerita analizarlo.

CAMBIO CLIMÁTICO30/03/2023 Por Maico Martini
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Foto: Sebastián Granata (TELAM)

El verano 2022/23 inició prematuramente a finales de noviembre con una intensa ola de calor que afectó a gran parte del país y que en algunas localidades provocó que se superan récords de temperatura máxima para ese mes; a ella le siguieron ocho olas de calor más, hasta la última registrada a mediados de marzo, cuando la temperatura debiera ser más templada. En todos los meses analizados se registraron récords de temperaturas máximas, y en el caso de febrero se registraron récords de calor y de frío con pocos días de diferencia. 

Además, Argentina fue testigo de nueve olas de calor en toda la temporada (cuando lo normal son cuatro por verano), lo que lo convierte en el verano con más olas de calor registradas. Debido a ello, el Servicio Meteorológico Nacional -SMN- afirma que fue “el verano más cálido registrado”.

Asimismo, las precipitaciones fueron escasas y se intensificó la sequía en gran parte del país, especialmente en la región pampeana, en El Litoral y en el NOA, en esta etapa se registró una precipitación acumulada de entre 200 y 400 mm por debajo de lo normal para esta época; convirtiéndolo en el tercer verano más seco en 62 años de registros: las precipitaciones disminuyeron en un 29,1% en comparación con la media estival. 

También se noto una inestabilidad en el clima; en febrero ocurrió algo peculiar: entre el día 2 y el 15 se registró la 8º ola de calor del verano que afectó principalmente al centro y norte del país, y varias localidades registraron la temperatura más alta para el mes de febrero (Pehuajó, BS AS, registró el 40,6º el día 12/2). Pocos días después, entre el 16 y el 17, ingresó un frente polar que provocó un descenso marcado y excepcional de la temperatura, registrando temperaturas propias del invierno, (Maquinchao, Rio Negro, registró -4,2ºC). 

Semanas después, ya a finales de febrero, inició la 9º ola de calor del verano y se extendió hasta los primeros días de marzo, un mes que comenzó con un calor sofocante que también rompió récords: el 3/3 se rompieron 11 récords de calor para el mes (Nueve de Julio, BS AS, registro 40ºC, rompiendo el récord de 39ºC registrado en 1952).

Apenas inició marzo, el 2/3,  la Ciudad de Buenos Aires registró el día más caluroso para ese mes en 117 años de registros con 38ºC, pocos días después rompió ese récord y registró 38,6ºC. Además, la ciudad superó durante 12 días consecutivos el “umbral de temperatura máxima”, rompiendo el récord del 2017. Durante la 9º ola de calor del verano se registró una anomalía de entre 8º y 10ºC de temperatura máxima por encima de lo normal, “algo excepcional para marzo”. 

Esta ola de calor fue tan intensa que el SMN debió incorporar un nuevo color en sus mapas de anomalías de temperaturas: a las gamas que van desde el azul al rojo intenso tuvieron que añadir dos escalas de gris para graficar las anormalidades en las temperaturas. 

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Consecuencias de la sequía y el calor extremo:
Ante la sequedad del ambiente los ecosistemas presentan un alto riesgo de incendios forestales, en ese sentido; se registraron voraces incendios desde la Patagonía hasta Corrientes. Según el SMN, Corrientes tuvo el verano más seco de su historia, lo que generó que los humedales, los ríos y las lagunas pierdan gran parte de su caudal y humedad, afectando gravemente a la flora y fauna, y a la producción agropecuaria. 

Debido a la falta de agua el monte presentó una sequedad que lo dejó seriamente vulnerable a las llamas eso, sumado a la intencionalidad del fuego (motivada por intereses económicos) y a los insuficientes recursos de combate a incendios, sentó las bases para que en dos meses se quemen más de 100 mil hectáreas de cubierta forestal en Corrientes, según consignó un reporte del INTA. La Patagonia también sufrió severos incendios forestales que arrasaron con miles de hectáreas.

Otra de las consecuencias del “verano más cálido” se vio en el consumo eléctrico. Durante la temporada se rompieron en reiteradas veces récords en el consumo de electricidad, estrechamente relacionados con las extremas temperaturas; el casi inevitable uso de aires acondicionados, ventiladores y demás aparatos, generaron un drástico aumento de la demanda energética. El último récord se registro el pasado 14 de marzo, cuando el consumo llegó a los 29.089 megawatts cerca del mediodía, superando el récord marcado cuatro días antes. 

Este consumo inusual, sumado a una infraestructura débil y a la falta de mantenimiento de la misma, generaron cortes de luz extensos  que afectaron a decenas de miles de personas. El Área Metropolitana de Buenos Aires -AMBA- fue una de las más afectadas por las interrupciones en el consumo eléctrico: en algunas zonas los cortes de luz se extendieron hasta por 14 días consecutivos, y en algunos momentos la cifra de damnificados ascendió hasta casi 100 mil personas. Esto generó un legítimo malestar y repudio en la ciudadanía, que reclama una pronta solución a la problemática; el problema es tal que el Gobierno demandó judicialmente a la empresa eléctrica y la intervino por 180 días para garantizar el cumplimiento de las obras para mejorar el servicio.

Las interrupciones en el suministro eléctrico no solo hacen que el calor se torne más insoportable ante la ausencia de ventiladores o aires acondicionados, sino que los edificios y casas se quedan sin agua porque no funcionan las bombas que suben el elemento vital a las cisternas. Soportar temperaturas elevadas sin luz ni agua se torna un martirio, según denuncian los afectados. 

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Este combo de temperaturas extremas e interrupciones en el suministro eléctrico está estrechamente relacionado con una merma en la calidad de vida. Si bien no hay datos oficiales acerca de cuántas muertes prematuras generó la inusual temperatura (como sí hacen los Ministerios de Salud de otros países), hay estudios que afirman que las extremas temperaturas aumentan la tasa de mortalidad. 

Un trabajo realizado por un equipo de investigadores internacionales de la Universidad de California y de Drexel, publicado en Nature Medicine, que estudió los casos de mortalidad en las grandes ciudades latinoamericanas entre 2002 y 2015: determinó que en los días de calor y frío extremo la mortalidad aumenta en promedio en un 6%. Otro estudio, realizado por meteorólogos del SMN e investigadores de la Universidad de La Plata y de Buenos Aires, analizó los datos de mortalidad entre 2001 y 2012 y sugirió que en las olas de calor la tasa de defunción aumenta como mínimo en un 17% en Buenos Aires y Rosario. Ambas investigaciones coinciden en que las personas mayores de 65 años son las más afectadas por estos fenómenos meteorológicos. 

Este verano de temperaturas extremas e inusuales fuertemente marcado por una sequía también repercutió en la producción agropecuaria. Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el país tendrá su peor cosecha de los últimos 22 años: las extremas temperaturas, la falta de precipitaciones, la merma en las reservas hídricas y las heladas tempranas de febrero afectaron seriamente “al rendimiento” de los cultivos, explican. A pesar de que el país aumentó exponencialmente los terrenos cultivados en las últimas décadas, los fenómenos climáticos analizados mermaron la producción de la agroindustria.

La soja presentará una caída del 44,4% con respecto a la producción promedio de las últimas cinco campañas, con una producción estimada de 25 millones de toneladas. Además, se espera una caída interanual del 35% en la producción de trigo, maíz, cebada, sorgo y girasol. Según la bolsa, esto generaría una “pérdida” en exportaciones por un valor de 20.811 millones de dólares, y la recaudación fiscal caería en 7.376 millones. También se estima que la merma en la producción desencadenará un aumento en los precios de los alimentos en los próximos meses. 

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El círculo vicioso de las consecuencias del “verano más cálido”:
Los incendios forestales emiten grandes cantidades de Gases de Efecto Invernadero -GEI- a la atmósfera al quemarse la cubierta vegetal, asimismo se pierden sumideros de carbono que absorben algunos de estos gases generadores del calentamiento global.

Los desmontes para obtener tierras cultivables tienen un efecto similar en el ecosistema: se pierden sumideros y se emiten grandes cantidades de Co2 al desmontar. 

Además, la pérdida de hábitat afecta severamente a la biodiversidad, y por consecuencia al correcto funcionamiento del frágil equilibrio ecosistémico y de los servicios que brinda.

Por otra parte, en nuestro país cerca del 70% de la electricidad generada se produce mediante termo-usinas alimentadas por combustibles fósiles que emiten GEI al quemarse. Por lo que el consumo eléctrico récord para paliar el calor emite más gases generadores del calentamiento global.

Relación entre el Cambio Climático y el “verano más cálido registrado”:
Según el SMN, entre los indicadores climáticos que promovieron condiciones más cálidas de lo normal se encuentra el  fenómeno de El Niño Oscilación Sur, el Modo Anular del Sur y el Índice Intraestacional SIS. Que confluyeron para dar lugar “al verano más cálido registrado”. 

Por su parte, los miembros del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático -IPCC, por sus siglas en inglés- explican que el cambio climático no crea fenómenos meteorológicos nuevos, sino que acentúan los ya existentes, provocando que los climas extremos aumentan de intensidad y se hagan más frecuentes. 

Este último verano inició prematuramente a finales de noviembre con una ola de calor que afectó a gran parte del país y que se extendió hasta diciembre. Según una investigación de la organización internacional World Weather Attribution, en la que participaron científicos de ocho naciones, la primera ola de calor del verano fue “60 veces más probable debido al cambio climático”. El informe remarca que al igual que en el resto del mundo, Sudamérica ha experimentado olas de calor cada vez más frecuentes en los últimos años.

En esa sintonía, el SMN especificó que de los cinco veranos más cálidos en 117 años de registros, cuatro ocurrieron en la última década, y remarca que este verano tuvo una anomalía de +1,7ºC; además en los últimos veranos no se registraron anomalías por debajo de los 0º, lo que indica que las anomalías climáticas aumentan la temperatura y no al contrario. 

No quedarse con los brazos cruzados:
Una de las frases que resuena en la sociedad es que “este fue el verano más frìo del resto de tu vida”. Una frase poco alentadora pero que va en sintonìa con las evidencias científicas, que prevén que con el índice actual de emisiones de GEI y de pérdida de ecosistemas que los absorban, el calentamiento global alcanzará los 3,5ºC hacia 2100 con respecto a la era preindustrial.

Actualmente la tierra es testigo de un calentamiento global de 1,3ºC, y las consecuencias se pueden observar en todo el mundo. Si bien el “verano más cálido registrado” no es atribuible en un 100% al cambio climático, es innegable que los cambios en los patrones del clima contribuyeron al surgimiento de este inusual verano. El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, dijo en la presentación del último informe del IPCC que tenemos entre las manos “una bomba climática”, y que las acciones climáticas deben aumentar su ambición y fuerza para limitar el calentamiento global en concordancia al Acuerdo de París. 

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Por su parte, el presidente del IPCC, Hoesung Lee dijo que “si actuamos ahora todavía podemos asegurar un futuro sostenible y habitable para todos. (…) Tenemos el conocimiento, la tecnología, las herramientas y los recursos financieros para superar los problemas climáticos que hemos identificado -pero- por el momento lo que falta es la voluntad política», sentenció el surcoreano. Al tiempo que el panel que preside instó a alcanzar la neutralidad de carbono en 2040, en lugar del 2050 como se han comprometido varias naciones. 

La ciudadanía, por su parte, puede exigir a sus gobiernos que aumenten la ambición climática y reclamar que se cumplan los objetivos de descarbonización y de transición energética. 

Fuente: ecopresssl

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