El proyecto de Suteba de las Aulas Verdes en la provincia de Buenos Aires

Una escuela agraria de Los Toldos que durante la gestión de la gobernadora Vidal es desalojada de su predio. Un grupo de profesorxs que a través de un proyecto agroecológico –“Aulas Verdes”- movilizaron a alumnxs y comunidad contra el cierre de la escuela. Una experiencia pedagógica y de lucha que apuesta a que la escuela construya horizontes. Sobre esto Siete3siete dialogó con tres de sus protagonistas.

BUENOS AIRES21/04/2023La Política AmbientalLa Política Ambiental
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Ilustración: Lorena Baudriz

Siete3siete: ¿Por dónde empieza esta historia?

Luciana Atadia: En 2017 fuimos desalojadxs de nuestra escuela agraria que está emplazada en la Tribu de Coliqueo y fue donada por la misma comunidad hace muchos años. En el predio funciona también la primaria, que es una escuela-hogar. Esto fue parte de un plan sistemático que llevó adelante el gobierno de Vidal en la provincia de Buenos Aires, de cerrar escuelas. El predio tiene más de 50 hectáreas. Nos desalojaron por problemas con la potabilidad del agua y nos mandaron a un CEF en planta urbana, que no contaba con aulas, todos los cursos unificados compartiendo un mismo espacio, había que dar clase en voz baja para no molestar al curso que estaba… en la mesa de al lado. Los entornos formativos de la modalidad agraria lxs chicxs lo hacían en canteros. Dadas estas condiciones, un grupo de profes empezamos a pensar qué hacer, porque se nos estaban yendo lxs chicxs.

Gabriel Bugallo: Se iban de la escuela y muy pocxs se reinsertaban en otras escuelas. El proyecto era contenerlxs y darles un espacio para que pudieran seguir en la institución.

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Luciana: Había que ver de qué manera fortalecer la escuela frente a la comunidad, fortalecer las trayectorias juveniles y sumar matrícula. Porque creíamos que se especulaba con ese cansancio y nosotros necesitábamos esa matrícula para que no nos cerraran. Empezamos a pensar en diciembre un proyecto en el marco de un programa que aún estaba vigente, que eran los programas CAJ, Centro de Actividades Juveniles.  Lxs profes no queríamos hacer una escuela agraria que forme futurxs trabajadorxs rurales, que le sirva al modelo agroindustrial, sino que queríamos incorporar la mirada agroecológica, porque, en palabras de Carlos Vicente, la agroecología es un horizonte posible, rentable, y de justicia social. Nos otorgaron los fondos y empezamos a funcionar con el proyecto “Aulas Verdes” en el barrio Juan el Bueno -un barrio periférico de los Toldos donde viven la mayoría de nuestrxs alumnxs- en la casa de uno de ellos, Cristian, que su familia nos cedió el fondo de su casa y nos acompañó en los dos años que duró el proyecto.

LXS PROFES NO QUERÍAMOS HACER UNA ESCUELA AGRARIA QUE FORME FUTURXS TRABAJADORXS RURALES, QUE LE SIRVA AL MODELO AGROINDUSTRIAL, SINO QUE QUERÍAMOS INCORPORAR LA MIRADA AGROECOLÓGICA
Florencia Atadia: Cuando fuimos a verla, tenían en el patio un chemamull, que es una insignia del pueblo mapuche, porque el tío de este alumno pertenece a una de las comunidades. A nosotrxs nos cerraba por todos lados, porque era trabajar la interculturalidad. El tío participó mucho, y se generaba ahí un ida y vuelta entre los conocimientos ancestrales sobre cómo se trabajaba la tierra antes y lo que llevaba Ceci con su experiencia agroecológica.

Siete3siete: ¿Cómo empezaron a trabajar?

Luciana: Cuando imaginamos el proyecto, éramos cuatro personas desesperadas -lxs tres que estamos aquí y Cecilia Sarco, la ingeniera agrónoma- porque no nos cierren la escuela, y después terminó siendo una experiencia que nos superó a nosotros mismos. Empezamos yendo los sábados, porque los centros de actividades juveniles funcionan ese día, y a partir del trabajo en el CAJ empezamos a articular con lxs docentes de la escuela.

Gabriel: Los sábados también hacíamos un desayuno y un almuerzo que durante meses salía de donaciones o de nuestro bolsillo, porque los pagos llegaron mucho tiempo después de haber iniciado el proyecto. Mi rol era estar organizando eso con el grupo de pibxs que por ahí no se habían enganchado tanto con la actividad del día, y con la familia de Cristian. También visitar alumnxs, y cuando salimos a recorrer el barrio buscando lxs huerterxs, tener esa conexión con las familias, que esas familias también vinieran a visitar la nuestra. Cada unx en su rol nos complementamos muy bien. Y todxs después terminábamos agarrando la pala, como quien dice, metiendo mano en la tierra y aprendiendo de lxs pibxs, porque más allá de que Ceci, la ingeniera agrónoma, era la que llevaba el conocimiento, ellxs aportaban un montón de cosas que te dejaban helado, porque lo habían aprendido en la escuela y lo podían aplicar perfectamente.

Luciana: Del proyecto inicial se empezaron a desprender muchos proyectos, por ejemplo, participamos de Feria de Ciencias -tratamos de hacer una comprobación de cómo el suelo se recupera a través de prácticas agroecológicas- y también participamos del Programa Jóvenes y Memoria, en donde planteamos cómo el modelo agroindustrial expulsó gente del área rural, y de qué manera podemos hacer frente al agronegocio desde otra mirada cultural que plantea usar fertilizantes naturales, y con la no explotación del otrx.

Florencia: En el segundo año tratamos de articular con huerteros locales, porque el municipio tenía un programa de huertas en las casas que se daba a partir de las semillas del INTA. Ese año fue más de construir red, o sea, no éramos solamente nosotrxs en el barrio sino que éramos un montón de familias y la comunidad produciendo agroecología. Culminó en un mural que hicimos en el centro de la ciudad, donde pintamos un mapa del barrio indicando dónde estaban todas las huertas agroecológicas donde había producción para la compra.

EN EL SEGUNDO AÑO TRATAMOS DE ARTICULAR CON HUERTEROS LOCALES, (…) ESE AÑO FUE MÁS DE CONSTRUIR RED, O SEA, NO ÉRAMOS SOLAMENTE NOSOTRXS EN EL BARRIO SINO QUE ÉRAMOS UN MONTÓN DE FAMILIAS Y LA COMUNIDAD PRODUCIENDO AGROECOLOGÍA
Gabriel: También hicimos articulaciones con otras instituciones, en particular con escuelas primarias; muchos de lxs pibxs de sexto de esas escuelas que nos visitaron se terminaron anotando en la escuela secundaria agraria.

Luciana: Después nos agarró la pandemia y todos los programas terminaron.

Siete3siete: ¿Cómo se desarrolló la relación con la comunidad?

Luciana: Éramos una escuela bastante estigmatizada en la comunidad, y a partir de este tipo de acciones con un mensaje absolutamente político pero concreto, empezamos a tener otra relación. No éramos solamente lo que decíamos sino también lo que hacíamos.

Florencia: Empezamos a decir, “estamos dentro de una escuela y esto tiene que llegar a otros lugares ¿cómo lo vamos a difundir?” A partir de ahí, apareció la pata audiovisual.  Comenzamos a hacer con lxs pibxs tutoriales sobre cómo hacíamos el manejo de la huerta, por qué, cuáles son los beneficios, cómo se hace la asociación de cultivos para poder optimizar el espacio. Y después esos tutoriales se convirtieron en trípticos y un grupito se iba a la feria de hacedores, donde llevamos parte de la producción que cosechábamos ese día, y esta folletería se le repartía a la gente que iba. Empezamos a hacernos conocer, y a participar de todos los espacios que se abrían. En todos los lugares que podíamos meternos nos metíamos. También los sábados, desde el CAJ, hicimos reuniones de discusión, y ahí se gestó esto de la resistencia, de ir a reclamar que no nos cierren la escuela y fortalecer a las familias para que sumen a la importancia de la escuela. Se formó una identidad con las familias que no existía.

 

Luciana: En esas jornadas, además de discutir qué acciones podíamos llevar adelante, hablamos de la importancia de la comunidad mapuche en Los Toldos, porque muchos se nuestros alumnos e inclusive muchos del plantel docente también tienen sus raíces en esa comunidad. Empezamos a articular con ellos. Incluso estuvimos participando del año nuevo mapuche que se hace en la comunidad. También hicimos jornadas de reconocimiento de plantas medicinales y su uso en la comunidad.

Florencia: Vino gente de la revista Soberanía Alimentaria, e hicieron un taller; lo mismo que Mariana Costaguta, sobre la posibilidad de hacer farmacias vivas, que son plantas medicinales en terrenos baldíos.

Luciana: Después nos agarró la pandemia y todos los programas terminaron.

Siete3siete: ¿Pudieron volver a la escuela?

Florencia: A partir de fortalecer la identidad de los chicos para con la escuela -y eso se notaba claramente en el sostenimiento de la asistencia- y de los encuentros y los debates que iban surgiendo, se empezó a pensar qué podíamos hacer, a quién ir a reclamar. Queríamos que nos vieran. Decíamos «nos tienen que ver hasta en la sopa porque nosotros existimos«. Empezamos a desconfiar si era que de verdad el agua no era potable o de cómo se habían tomado las muestras, así que hicimos muestras nosotros también. Nosotras somos delegadas del Suteba en la escuela así que tuvimos la ayuda del sindicato. Dijimos “queremos que Baradel venga a Los Toldos”. Y así empezó, Baradel vino a conocer la situación y a partir de ahí él se puso la causa al hombro. Me acuerdo el día que fue al CEF donde estábamos funcionando y empezó a ver la manera que estábamos trabajando, y lo llamó al Ministro de Educación adelante nuestro para reclamarle. A partir de ahí organizamos una mega movilizacióncon lxs alumnxs, a la que vino Baradel, una marcha que fue la más importante de la historia del pueblo. Finalmente, la aprobación de volver a la escuela fue en el 2019 después de que pierde Vidal la provincia; se hicieron las obras y volvimos en el 2021 cuando se volvió a la presencialidad.

ORGANIZAMOS UNA MEGA MOVILIZACIÓNCON LXS ALUMNXS, A LA QUE VINO BARADEL, UNA MARCHA QUE FUE LA MÁS IMPORTANTE DE LA HISTORIA DEL PUEBLO. FINALMENTE,(…)SE HICIERON LAS OBRAS Y VOLVIMOS EN EL 2021 CUANDO SE VOLVIÓ A LA PRESENCIALIDAD
Luciana: Y hoy tenemos 120 alumnos, más una residencia que logramos que nos volvieran a abrir.

Gabriel: En todo este proceso hubo mucho involucramiento no solo de lxs pibxs sino de las familias, que empezaron a participar más activamente en la cooperadora y en las actividades de lucha de la escuela. Era gente que nunca se había organizado en una lucha en común y esta identidad fuerte que tenían sus hijxs con la escuela los hizo salir a la calle para hacer un reclamo. Los Toldos es un pueblo donde no se estila mucho salir a la calle a reclamar, más que nada porque nos conocemos todos y está el miedo de la gente de que los estigmaticen por verlos en la calle o que los dejen sin laburo.

Siete3siete: ¿Qué reflexión les deja todo este proceso de trabajo y de lucha?

Florencia: Creo que esto que fue nuestro lema, nuestra bandera, que la agroecología es un horizonte posible, lo es para la escuela también: la educación tiende puentes y tiene que construir horizontes posibles. Poder superar ese estigma que a veces tienen los propios alumnos de pensar “yo estoy acá, egreso, pero esto no me sirve para nada”. Empezar a pensar que en ese espacio se puede construir un horizonte. Hoy tenemos estudiantes que arrancaron en el CAJ que están estudiando una tecnicatura agropecuaria.

Luciana: Sabemos que necesitamos una sociedad más justa, bueno, entonces ¿cómo construimos esto? Los cuatro estamos convencidos que la agroecología tiene que ser un paradigma de producción porque sabemos que es rentable, porque sabemos que es posible y porque sabemos que es el paradigma que nos puede garantizar la justicia social.

Gabriel: Y porque además es un motivo de lucha por el pueblo donde vivimos, que hacemos cinco cuadras y nos están fumigando, que tenemos criaderos de pollo dentro de la planta urbana, que se acopian agrotóxicos al lado de las viviendas. Todo este proyecto sirvió para llevar conciencia y poder despertar a un pueblo. Y dar el debate, porque la escuela también tiene que interpelar a la sociedad, no puede mirar para otro lado.

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Foto: prensa SUTEBA

Fuente: revista.suteba.org.ar

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