El Norte Argentino Enfrenta una Nueva Ola de Desmontes

ACTUALIDAD03/02/2025La Política AmbientalLa Política Ambiental
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El año 2024 marcó una vez más una alarmante realidad para el medio ambiente argentino: el norte del país lideró las cifras de deforestación, con casi 150.000 hectáreas de bosques nativos desapareciendo en las provincias de Santiago del Estero, Chaco, Salta y Formosa. Este devastador informe de Greenpeace, publicado recientemente, revela un incremento del 10% respecto al año anterior, con un foco especial en la tala ilegal que sigue arrasando con nuestros ecosistemas.

Esta región, que alberga el Gran Chaco Argentino, el segundo bosque más grande de Sudamérica después del Amazonas, es también una de las más empobrecidas del país. La deforestación aquí no solo responde a la expansión agrícola y ganadera, sino también a la degradación de la biodiversidad local, incluida la amenaza a especies en peligro de extinción como el yaguareté. El impacto no se limita a la fauna: la pérdida de estos bosques deja a las comunidades más vulnerables frente a fenómenos climáticos extremos como sequías e inundaciones.

Un desmonte silencioso

Según el informe de Greenpeace, el 75% de la deforestación nacional se concentra en estas cuatro provincias. La mayor parte de los desmontes provienen de la tala ilegal, y a pesar de las denuncias, tanto las autoridades provinciales como nacionales parecen no encontrar soluciones efectivas. En provincias como Santiago del Estero y Chaco, los desmontes ilegales se realizan en zonas de alta y media conservación, que deberían estar protegidas por la Ley de Bosques Nativos (Ley 26.331). Sin embargo, la autorización de estos desmontes se justifica bajo la premisa de los "sistemas silvopastoriles", una mezcla entre ganadería y preservación de los bosques.

Para Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques y Cambio Climático de Greenpeace, estas medidas son solo una excusa para continuar con la destrucción. "Lo que están haciendo es un desmonte camuflado. El gobierno de Chaco, por ejemplo, ha cerrado los ojos ante la ilegalidad, lo que ha llevado incluso a la renuncia de funcionarios públicos", señala Giardini.

El juego de los intereses y la falta de control

Las críticas hacia la inacción de los gobiernos provinciales no se limitan a Greenpeace. Expertos y abogados ambientalistas como Bernardo Voloj sostienen que la falta de controles y la corrupción entre los sectores productivos y algunos funcionarios públicos agravan aún más la situación. En Chaco, por ejemplo, se denunció un escándalo el año pasado en el que se permitió la tala ilegal de bosques protegidos, mientras que en Salta, la modificación de las zonas de protección a favor de la producción agropecuaria ha generado un fuerte rechazo entre organizaciones ambientalistas.

A nivel provincial, funcionarios como Noelia Zanichelli, directora de Bosques y Fauna de Santiago del Estero, defienden que muchos de estos desmontes están autorizados por leyes locales, aunque estas van en contra de lo estipulado por la ley nacional. Para Greenpeace, este enfoque "flexible" sobre las áreas de conservación está llevando al país a una pérdida irreversible de su biodiversidad.

La falta de presupuesto: ¿un obstáculo insuperable?

La conservación de los bosques nativos debería estar respaldada por un presupuesto significativo, pero la realidad es que el fondo destinado a la protección de los bosques ha sido sistemáticamente subfinanciado. La Ley de Bosques Nativos establece que al menos el 0.3% del presupuesto nacional debe destinarse a este fin, pero en los últimos años esa cifra nunca ha superado el 10% de lo estipulado. Según la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), este año el presupuesto destinado fue 38 veces menor al necesario, lo que demuestra una clara falta de voluntad política para abordar la crisis ambiental.

¿Qué futuro le espera al Gran Chaco?

El panorama es desolador. Con una deforestación que sigue en aumento y la falta de un control efectivo por parte de las autoridades, el futuro del Gran Chaco Argentino está en peligro. La combinación de intereses económicos, falta de presupuesto y la persistente debilidad en las políticas ambientales hace que la preservación de los bosques sea una lucha cada vez más difícil.

Es urgente que los jóvenes, especialmente aquellos entre 18 y 40 años, se sumen a la causa, exigiendo a sus representantes una mayor responsabilidad y comprometiéndose a defender la rica biodiversidad que aún queda. El Gran Chaco no es solo un paisaje que perderemos, sino un ecosistema fundamental para el equilibrio climático del país. El cambio comienza con nosotros, y cada acción cuenta.

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